Triduo Pascual
Crucificado, Mar Chagall
Por : Dr. Sergio Giner Castro Guerrero – Capellán Mayor
La “Semana Santa” o “Semana Mayor” es el tiempo que va desde el Domingo de Ramos, en el que celebramos con palmas a Jesús Mesías Rey, hasta el Domingo de Resurrección o de Pascua, donde recordamos que Cristo resucitó de entre los muertos.
Lo esencial de estos cortos siete días se encuentra en el llamado “Triduo Pascual”. La palabra Triduo, de origen latino, quiere decir tres días: se inicia el jueves, luego sigue el viernes y el sábado por la tarde oscurecida, inicio del domingo, donde despuntará la Luz de Cristo que es Vida.
En esos cortos días se expone el corazón de nuestra fe, el centro de nuestro credo: Cristo verdaderamente murió y murió por nosotros, dejó en la Eucaristía el memorial vivo de su entrega, que Él verdaderamente resucitó y comunica su Vida a «todos aquellos que creen en su nombre” (Jn. 1,12).
La Semana Santa, en palabras de Fray Nelson Medina: «es lo esencial de lo que creemos y lo esencial de lo que celebramos. Así, pues, es el corazón, es el centro, es el núcleo, es la raíz, no sé que otra palabra utilizar pero creo que ya comprendes por qué vale tanto para nosotros este tiempo sagrado. Y por eso creo que debemos sentir, sin arrogancia, debemos sentir una especie de compasión por aquellos que no han descubierto la riqueza de la Semana Santa» (Homilía, 02 de Abril 2012).
Tal vez la mejor manera de vivir este tiempo es que escuchemos la solicitud que, ya próximo a celebrar su Misterio Pascual, hace Jesucristo a un hombre cuyo nombre no conocemos, pero que por eso mismo parece ser dirigida a nosotros: «Voy a celebrar en tu casa la Pascua (Mt. 16,18)». Abrirle espacio a Cristo para que celebre la Pascua en mi vida.
Un compromiso práctico, dice el Papa, es que hagamos que este tiempo sea: «de memoria, para comprender cómo en esta gran historia, en el marco de Dios y de Jesús, está la pequeña historia de cada uno de nosotros, por eso, les invito a tener, hoy, cinco minutos, diez minutos, sentados sin radio, sin Tv; sentados, y pensar en la propia historia. Cada uno de nosotros en esta memoria encontraremos la fidelidad de Dios que permanece fiel a su alianza, ha permanecido fiel a la salvación que había prometido en su Hijo Jesús» (Papa Francisco, Homilía de la Misa el 06 Abril 2017).
Para finalizar, San Gregorio de Nacianzo, en sus Disertaciones, nos invita también a reflexionar en estos días para dar inicio a un gran cambio en nuestras vidas: «celebremos también ahora nosotros, de la misma manera que la antigua ley, pero no en un sentido literal, sino evangélico; de una manera perfecta, no imperfecta; de un modo eterno, no temporal.
Inmolemos no ya terneros y machos cabríos, que es cosa ya caducada y sin sentido, inmolémonos nosotros mismos a Dios, inmolemos cada día nuestra persona y toda nuestra actividad, imitemos la pasión de Cristo con nuestros propios padecimientos, honremos su sangre con nuestra propia sangre, subamos con denuedo a la cruz.
Si quieres imitar al buen ladrón crucificado con él, reconoce honradamente su divinidad; entra con Jesús en el paraíso, para que comprendas de qué bienes te habías privado.
Si quieres imitar a José de Arimatea, pide el cuerpo a aquel que lo mandó crucificar; haz tuya la víctima expiatoria del mundo.
Si quieres imitar a Nicodemo, el que fue a Jesús de noche, unge a Jesús con aromas, como lo ungió él para honrado en su sepultura.
Si quieres imitar a María, a la otra María, a Salomé y a Juana, ve de madrugada a llorar junto al sepulcro, y haz de manera que, quitada la piedra del monumento, puedas ver a los ángeles y aun al mismo Jesús».