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VIA CRUCIS USAT 2019

 

PALABRAS INTRODUCTORIAS

 

José Marco Burga Ludeña

Capellán de la Facultad de Humanidades  

Via Crucis” significa Vía o Camino de la Cruz. Parece que inicialmente constó de 7 estaciones. Posteriormente, este ejercicio piadoso o devocional, en la forma difundida por los religiosos franciscanos, con la aprobación de la Santa Sede y la dotación de indulgencias, quedó fijado en 14 estaciones. San Francisco de Asís decía: “Lloro la pasión del Señor. Por amor a Él no me avergonzaría de ir llorando a gritos por todo el mundo”. Ora llorando, ora contemplando la Pasión de Cristo, Le acompañaremos desde su condena a muerte de Cruz hasta verlo engullido en un sepulcro nuevo y ajeno. ¿Quieres ahora solo desplazarte mecánicamente de estación en estación o caminar a pies juntillas con Jesús que sufre a horcajadas sobre la paciencia y el silencio? ¿Quieres verlo desde lejos, cual impertérrito espectador, o sumergirte en su Corazón al través de la llaga de su costado? ¿Quieres orar y cantar con el alma ensimismada o ir conversando o distraído mientras el Cuerpo de Cristo se va consumiendo y su Sangre, derramando en busca de alguien que quiera asomar el cáliz de su propia vida, satisfecha quizá o tal vez herida? Acompaño a Jesucristo en su dolor y me lo apropio, porque fue libremente aceptado y amorosamente padecido por mí. Y sé que Él acoge mi dolor, una y otra vez, y me regala el bálsamo de su confortación y el aliento recio de su fortaleza interior. Su dolor es mío y el mío, Suyo. Comencemos nuestro recorrido.

 

PALABRAS FINALES

 

 

Nuestro dulce Jesús sufrió, en su carne hecha jirones, el amargo desprecio y rechazo de este mundo, de un mundo que, alguno podrá decir, no me pertenece, pues quedó circunscrito a un tiempo y espacio determinados. Ese mundo judeo-romano y nuestro mundo posmoderno son, en definitiva, el único y mismo mundo que apagó y continúa sofocando la Luz de Cristo, por la absurda predilección de las tinieblas del mal. Su voz nos resultó inaudible; su palabra, ininteligible; su mirada, insoportable, pese a ser irresistible. Nos trajo vida en abundancia y le dimos muerte de miserables. Pero su muerte fue el comienzo de la Vida. Y así termina el Via Crucis, despejando el horizonte del Via Lucis. Muerte y vida, pasión y gloria, ocaso y luz, fin e inicio, no son más antónimos, sino sendos binomios que se funden en el paso del aparente fracaso de la Cruz a la gloriosa victoria de la resurrección de Cristo. No todo termina en la Cruz; al contrario, todo empieza, todo nace y renace a partir de la Cruz. Que nos deseemos unos a otros una “santa” Semana Santa, es decir, que la vivamos intensamente, recogiendo los sabrosos frutos del árbol lozano de la santidad que nos viene de nuestro Señor Jesucristo. Que Él nos preste su Semana Santa, que no sea solo Suya. Quiero, apasionadamente, hacerla mía; pero, con los hermanos, en compañía.

 

José Marco Burga Ludeña

Capellán de la Facultad de Humanidades

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