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Articulos Opinión

Arde la Amazonia

Pablo Molinero Durand
Coordinador Ambiental de RSU – USAT

Informes publicados por la BBC indican que entre enero y agosto de 2019 se han registrado un total de 71.497 incendios en la Amazonía, siendo la actual, la peor ola de incendios de los últimos cinco años. La Organización de las Naciones Unidas (ONU), ha expresado su preocupación por los incendios que arrasan la Amazonía e instó a proteger la selva por ser uno de los recursos clave del mundo.

Este problema ha suscitado el interés mundial a tal nivel que los líderes del G7 acordaron crear un fondo para ayudar a combatir los incendios, iniciativa rechazada en principio por el gobierno de Brasil, y pese a lo cual los incendios siguen avanzando sobre la Amazonía brasileña y boliviana

Estos no son los únicos incendios en el mundo, otros de mayores proporciones están ocurriendo en otra parte del mundo como Angola y República Democrática del Congo. La Cuenca del Congo es la mayor de África, y la segunda mayor del mundo después del Amazonas. Siendo considerada el «segundo pulmón» de la Tierra. En África, son un método de agricultura tradicional para muchas comunidades campesinas de bajos ingresos para renovar tierras de cultivo, por lo que mientras que los incendios en la Amazonía, iniciados probablemente también de forma deliberada, parecen estar fuera de control, este no es el caso de África.

Los bosques son un santuario de biodiversidad y constituyen una herramienta esencial en la lucha contra el cambio climático por las cantidades significativas de CO2 que absorben. En el Perú se están tomando las medidas para afrontar una eventualidad, sin embargo, no somos ajenos a incendios que se producen tanto en la Amazonía como en otras regiones del país.

De acuerdo a estudios publicados por SINIA, la liberación de gases de efecto invernadero (GEI) consecuencia de la quema del bosque Amazónico, alimenta el cambio climático global y representa el 75% y 47% de sus emisiones netas totales de dióxido de carbono; para Brasil y Perú respectivamente.

El complejo de bosques de la Amazonía está íntimamente conectado al clima mundial, pues:

  • Influye sobre el clima actuando como un gigantesco consumidor de calor, absorbiendo la mitad de la energía solar que le llega a través de la evaporación del agua de su follaje, que luego se libera cuando el vapor se condensa para formar nubes y lluvia. Una de las principales maquinarias de circulación atmosférica global.
  • Es una reserva amplia y relativamente sensible de carbono que se libera a la atmósfera a través de la deforestación, la sequía y el fuego, contribuyendo a la acumulación atmosférica de gases de efecto invernadero.
  • El agua que drena la Amazonía al Océano Atlántico constituye del 15 al 20% de la descarga total mundial de agua dulce fluvial y podría ser suficiente para influir sobre algunas de las grandes corrientes oceánicas, que regulan el sistema climático global.
  • El rol de los bosques en las lluvias locales, es muy importante, entre 50 y 60% del total de lluvia proceden de la evapotranspiración. Así, la deforestación masiva de la Amazonía tendría un efecto negativo en las condiciones climáticas de esta cuenca.

Las repercusiones ambientales de estos incendios son de suma complejidad por las interrelaciones no lineales de los problemas asociados a los incendios en la Amazonía, un primer problema es la pérdida de cobertura vegetal, principal sumidero de gases de efecto invernadero, la misma que al ser quemada arrastra consigo no solamente la generación de CO2 sino además de cenizas y otros elementos que son desplazados hacia otras regiones.

El impacto sobre la biodiversidad representa el segundo mayor problema ambiental, teniendo en cuenta los últimos estudios que indican que a la actualidad se ha perdido un 50% de las especies de plantas y animales con respecto a la era pre industrial.

Como se ha visto previamente la Amazonía en su conjunto funciona como un regulador climático a través de complejas interacciones que podría traer a mediano o largo plazo alteraciones a los microclimas existentes en la región.

Los ecosistemas no son elementos estáticos, dependen mucho de las interrelaciones existentes al interior de estos y entre los diferentes tipos de ecosistemas, por lo que podríamos esperar un efecto colateral mayor loa vida silvestre y humana.

Esto nos permite identificar repercusiones en el ámbito social y económico, como la migración y pérdida de fuentes de sustento de las comunidades nativas amazónicas. Actividades como la caza, la recolección, salud y ritos ancestrales están asociados a su forma de vida.

En lo económico aún no es evidenciable la afectación a los ingresos por turismo, y aunque este desastre podría suponer una oportunidad comercial para los productores agrícolas y agroindustriales supone pérdidas del patrimonio natural que no son cuantificables como los efectos directos sobre salud, calidad de vida, ingreso y otros.

La sociedad civil tiene la oportunidad de reflexionar sobre su rol y responsabilidad frente al problema ambiental desde la cotidianidad de su vida. Si bien es cierto podemos apoyar a la solución del problema con donaciones a través de las páginas web de instituciones ambientalistas nuestro principal compromiso es aportar con un comportamiento ambientalmente ético.

Se debe exigir una mayor supervisión sobre las actividades humanas que pudieran dar origen a estos incendios y aportar con una disminución de nuestra huella de carbono que contribuye al problema del cambio climático, un importante aportante a la aparición cada vez más frecuente de incendios, por el incremento de temperatura, los cuales a su vez serán progresivamente más difíciles de controlar.

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