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Proceso electoral peruano: Reflexión frente a la recurrente crisis institucional y social

Por: Dra. Katherinee Alvarado Tapia

Directora del Centro de Estudios Políticos y Gestión Pública (CEPGP) de la Facultad de Derecho USAT

 El 6 de junio último, en nuestro país se llevaron a cabo las elecciones presidenciales de segunda vuelta más polarizadas en 30 años y nos trajo un resultado electoral dramático, desesperanzador, plagado de hostilidad que ha evidenciado añejas y complejas tensiones sociales. Tal vez como producto de una miopía que no nos permite proyectarnos como nación.

Se enfrentaron en la contienda, José Pedro Castillo Terrones, de 51 años, candidato de izquierda (sindicado por tener presuntos nexos con remanentes del terrorismo) y activista sindical, quien promete modificar el sistema político y económico para menguar la pobreza y la desigualdad, reemplazando la Constitución vigente y así otorgarle al Estado un mayor papel en la economía. Su contrincante político, Keiko Sofia Fujimori Higuchi, de 46 años, quien promete mantener el modelo liberal de economía social de mercado, impuesto por su padre, Alberto Fujimori, a quien inicialmente se le adjudicó el mérito de haber replegado las violentas insurgencias y masacres izquierdistas en la década de los noventa, pero que ahora es vilipendiado por muchos como un autócrata que lideraba una red de corrupción, violando arbitraria y sistemáticamente los derechos fundamentales de los ciudadanos.

Es evidente que ninguno de los candidatos, ofrece concretas garantías para la gobernabilidad, no encarnan la voluntad de una gran parte de los peruanos, lo cual se reflejó en la corta distancia entre los votos. Lo que es peor, lo que nadie comprende o no quiere comprender, es cómo llegó a ostentar finalmente la posibilidad de ser el futuro presidente de nuestro país el candidato Castillo. Y la verdad si se entiende. Nace del centralismo, de las décadas de privilegio, de la completa disgregación con el pulso del país. Lo ha dicho el analista político Gonzalo Banda, al examinar el voto de la capital en las últimas elecciones: “No hay región más distante del Perú que Lima”[1]. Justificando también el temor que enfrenta al ande de los orígenes y también de los excluidos frente a Lima ciudad capital siempre hostil, indiferente e indolente.

El problema recurrente, es que no comprendemos qué sucede con nosotros, será que como peruanos nos hemos resignado a vivir en vilo, con un constante vacío de poder, en donde incluso se ha llegado al extremo de su anulación, con la inconsecuencia de desconocer la lógica institucional y constitucional más básica y necesaria en donde incluso se amenazan nuestras libertades.

Con la llegada de las últimas actas electorales, la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) culminó el jueves 10 de junio, el procesamiento del 100% (86,488) de actas electorales de la Segunda Elección Presidencial. Los resultados muestran que Castillo ganó por un margen minúsculo de unos 44.000 votos.

El Jurado Nacional de Elecciones (JNE), a la fecha no ha encontrado evidencia de fraude. Los observadores internacionales y los expertos electorales también han llegado a la conclusión de que las elecciones han sido justas, reconociendo que la concurrencia a las urnas fue pacífica y democrática, reconocen además a las autoridades electorales nacionales por la organización de un proceso de gran complejidad, marcado por la pandemia y la polarización política.

Lamentablemente, Fujimori se ha negado a aceptar la derrota, argumentando, sin fundamento alguno, que las elecciones fueron un fraude, la facción fujimorista ha impulsado un movimiento comparable a un intento de golpe electoral, poniendo la democracia peruana al borde del colapso.

La relevancia y trascendencia de los procesos electorales, radica principalmente en que permiten la concreción de un derecho fundamental individual como es el voto, en una decisión colectiva como la elección de una autoridad. La presente reflexión u observaciones, y otras muchas que sin duda pueden añadirse, intentan contribuir a formar convicción de que algún un día, tendremos que empezar a reconstruir lo que, con nuestra indiferencia, miedo y contradicciones se destruyó hace muchos años, cuando restauremos la democracia, las instituciones, cuando propiciemos el diálogo entre la ciudadanía, invitemos a todos a ser parte del cambio que el país reclama, a fin de alcanzar ese bienestar con el que todos soñamos, ese día, aún muy lejano, tendremos un país honesto, justo, equitativo, inclusivo, con igualdad de oportunidades, integrado, competitivo, con valores y sobre todo con verdaderos líderes que inspiren, guíen, tomen decisiones, conduzcan el grupo social con cierto prestigio intelectual y humano para el ejercicio del poder de acuerdo con lo planificado.

[1] BANDA LAZARTE, Gonzalo Mauricio. “Esta ha sido la campaña de los estridentes”. Entrevista. Diario el Comercio.  Disponible en: https://elcomercio.pe/elecciones-2021/elecciones-2021-gonzalo-banda-esta-ha-sido-la-campana-de-los-estridentes-noticia/. [Consultada el 27 de junio de 2021].

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