Día de la Amistad: ¿Cómo reconocer a tus amigos de verdad?
El hombre es un ser social por naturaleza. Comparte creencias, costumbres, gustos, tiempo, espacio y demás con sus pares. De manera que, construye vínculos o relaciones afectivas con su entorno. Dicha interacción alude al término amistad, cuyo significado, muchas veces, resulta subjetivo pero convincente y se basa en diversos factores que contribuyen a entablar una relación sana: confianza, lealtad, honestidad, empatía y tolerancia.
Al respecto, ¿a quién podemos llamar verdadero amigo? Actualmente, no es necesario el tiempo para denominar a alguien “amigo”, si no que va mucho más allá de eso, como la conexión, los fines comunes, los intereses y el soporte en los momentos más difíciles y de dicha que brinda una persona a la otra. Por eso, brindar apoyo y acompañamiento fortalece los vínculos amicales.
Es importante reconocer qué cualidades y características positivas son ideales para formar parentescos estables y sanos. A continuación, el Lic. Ricardo Urpeque Garcia, docente de la Escuela de Psicología USAT; y la estudiante Ximena Jiménez Gonzales, presentan algunas señales para reconocer una verdadera amistad:
- Una persona que practica la escucha activa ante la necesidad del otro al comentar su sentir en los diferentes eventos diarios, hace que resalte el buen trato y la ayuda desinteresada.
- La lealtad es importante en nuestras relaciones afectivas, debido a que muestra la fidelidad de los compromisos que conlleva tener una amistad. Del mismo modo, la entrega y la gratitud que configuran una relación de correspondencia.
- En cuanto a la dinámica amical, es necesaria una afinidad entre los pares, es decir, un puente de comunicación
- También prevalece la ofrenda como capacidad de entrega, en otras palabras, brindar al individuo aquello que no posee, incluso, darse uno mismo en bien del otro.
- La confiabilidad también es vital en una relación de amistad pues la reserva de la intimidad de las demás personas brinda seguridad.
En definitiva, la amistad permite la interacción social del individuo, al compartir sentimientos y fines comunes, pues fortalece los lazos y la seguridad de que son seres que aman y son amados. Igualmente, crea el sentido de ser complementado y ser parte del resto, pues el hecho de cada uno sea único, contribuye al aprendizaje, más aún dentro del círculo de amigos.