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Política, ciudadanía y dicotomía

o-VOTAR-facebookPor: Alejandro Chanduví Choquehuanca

Este 10 de abril los peruanos iremos a las urnas a elegir a un nuevo presidente y congresistas para un nuevo periódico 2016-2020. Sin embargo, aún muchos ciudadanos no sabemos elegir bien, y en vez de emitir un voto racional, lo hacemos por emoción, es decir, porque el candidato le parece simpático, porque habla bonito, porque promete el oro y el moro o porque regala desde arroz hasta televisores.

Miremos nuestro pasado y nuestro presente y veremos que en realidad nuestra elección ha sido dicotómica. Aunque hemos elegido a un presidente que ha llevado bien o más o menos las riendas de la economía nacional; sin embargo, ninguno se ha salvado del tinte o la acusación de actos de corrupción.

Sino, hagamos un breve recorrido por las ‘perlas’ de nuestros exgobernantes. Alberto Fujimori transformó al Perú, pero es el primer presidente peruano condenado por crimen de lesa humanidad y actos de corrupción. Alejandro Toledo es investigado por lavado de activos respecto al caso Ecoteva y Alan García por similar delito, así como los narcoindultos. La economía con ellos mejoró, pero la sombra de la corrupción los persigue. Por último, el gobierno de Ollanta Humala no ha sido el más transparente, pues las denuncias que envuelven a su esposa ha empañado a todo su gobierno. Estamos en recesión a punto de la desaceleración, es la herencia económica de nuestro actual mandatario.

Por su parte, la candidata Keiko Sofía Fujimori no podrá desprenderse jamás de la mala herencia de su padre, aunque destaque en su campaña todo lo bueno que hizo él. Pese a esa sombra, las encuestan la han tenido como favorita. Pasó igual en la campaña presidencial de hace cinco años. En cuanto a Pedro Pablo Kuczinsky, el exministro de Economía tiene la sombra del lobismo, es decir, favorecer a las grandes empresas en detrimento de los intereses nacionales, según sus detractores. Además, no tiene mucha aceptación en los sectores C y D, de ahí su campaña en donde se muestra cercano a los peruanos del campo y de la selva.

Finalmente, el hombre de la raza diferente: César Acuña. Consiguió arrebatarle al APRA el gobierno municipal y el regional de Trujillo y logró construir todo un imperio a través de sus universidades, y su familia ahora está en gobiernos regionales, municipalidades y en el Congreso. El poder Acuña quiere ahora la Presidencia de la República. Pero hoy, todos están en contra de él y cada día aparecen nuevas denuncias que le restan votos.

Con todo este panorama, los peruanos se preguntan: ¿A dónde podemos mirar? Muchos nos preguntamos qué hacer con expresidentes como los que tenemos. ¿A caso no hay cura? Pues veamos más allá. Hay más opciones. Buenas o malas, pero ahí están: Daniel Urresti, Ántero Florez-Aráoz, Julio Guzmán, Verónika Mendoza, Renzo Reggiado, Ricardo Belmont, José Luna, Alfredo Barnechea y Yehude Simon.

Pero, más que caras y nombre, los peruanos debemos tener en cuenta tres aspectos importantes del buen candidato: Trayectoria, honestidad y capacidad de gestionar un país.

Leamos sus propuestas, veamos qué han hecho por su ciudad, consultemos su hoja de vida, sus antecedentes y si tienen la capacidad moral e intelectual para representarnos.

El verdadero ciudadano es aquel que está bien informado y elige las mejores propuestas y al candidato más probo. Hoy la política más que nunca está manchada, llena de sombras oscuras. Busquemos ver más allá. Si como decían los griegos, la verdadera política es el buen gobierno, este no solo es responsabilidad de quien nos representa, sino también de quienes lo hemos elegido, y elegir al mejor no es fácil. Pero aprendamos del pasado y no repitamos los errores cometidos.

Pensemos en el Perú, en mantener la estabilidad económica, en reducir la pobreza, en reestructurar el sistema educativo (escolar y universitario), en darle un mejor servicio de salud al ciudadano, en construir más carreteras e interconectar a la sierra con la costa y la selva, en volvernos un país que transforma y no solo que produce y exporta materias primas, en impulsar el comercio exterior y acabar con la delincuencia, en ordenar las ciudades y su caótico caos, en darle trabajo a los jóvenes, cuidar a los niños y darle una mejor pensión a los jubilados, en integrar realmente el campo a la ciudad, en reducir la brecha digital y seguir siendo inclusivos. Y así hay mucho por hacer.

Este año, los peruanos tenemos una gran responsabilidad: Construir un adecuado sistema político democrático y respetuoso de las instituciones, pero a la vez vigilante del accionar de sus integrantes. Debemos tener claro que los gobernantes no son dueños del país, son nuestros administradores, están a nuestro servicio y para eso ganan un sueldo. Nada más. Cuando el ciudadano entienda que es responsable de los representantes que elige, sabrá entonces que deberá elegir al mejor. Solo así haremos buena ciudadanía y tendremos un buen sistema político, y así no repetiremos más dicotomías que solo permiten conservar sistemas políticos corruptos y deshonestos. No veamos el pasado, veamos el futuro. Rescatemos lo bueno y construyamos, con una nueva visión, un nuevo rostro, el futuro del país, por nuestro bien y el de las nuevas generaciones. Nos lo agradecerán.

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