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Santo Toribio de Mogrovejo en Lambayeque

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Por: Monseñor Esteban Puig Tarrats

En la primera evangelización del Perú tuvo importancia capital la labor pastoral de Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo, II Arzobispo de la Ciudad de los Reyes (Lima). Visitó su extensa diócesis en tres memorables visitas pastorales, pueblo por pueblo donde, en el tiempo señalado para realizar Sínodos y Concilios, los convocaba y realizaba en el lugar donde se encontraba de Visita. Célebre y de gran fruto pastoral fue el III Concilio Límense (1582).  Convocó Tres Concilios y Trece Sínodos en: Yungay (1585), Chachapoyas (1586), Yauyos (1588), Lima (1592), Piscobamba (1595), Huaras (1598). Las Actas de dos de ellos (probablemente uno se celebraría en Lambayeque) se perdieron. Tenía gran cariño y afecto con los pobres a quienes entregaba parte de su vajilla de plata, regalo del Rey Felipe II. Repetía. “Oh pobre que me enriqueces, oh hambriento que me sacias…” hasta tal punto era así de dadivoso que le dio, a un sacerdote muy pobre, la camisa de seda que llevaba puesta. Dejó la Iglesia de su Diócesis organizada en Doctrinas (parroquias)  con abundantes frutos de vida cristiana. Trovador de la Señora. Bautizó a Santa Rosa de Lima, conoció a San Martín de Porras y a San Juan Masías, San Francisco Solano, estrellas luminosas de la santidad que, a los treinta años, aproximadamente, de la evangelización, brillaron con luces propias en el cielo  del Perú.

Los primeros contactos con Lambayeque lo realiza cuando desde el puerto de Paita (11 de marzo de 1581) por tierra, atravesando el desierto de Sechura, entra al primer pueblo de su diócesis: Jayanca.  No es una visita pastoral en el sentido clásico del término sino el primer contacto de la tierra y de su gente. Desde Zaña envía un poder y dos bulas papales (Gregorio XIII) al Licenciado Antonio Gutiérrez de Ulloa, para que en su nombre tomara posesión de su sede limeña.

Los caminos de Dios son inescrutables. Es en Lambayeque donde la presencia y actividad de Santo Toribio tiene lugar un hecho providencial. Al cabo de 25 años que estuvo en el Perú, entregó su alma al Creador en Zaña. El arco de su vida terrena comienza y termina en Lambayeque.

El 12 de mayo de 1581, Santo Toribio entra en Lima. Desde el primer día parte para el partido de Nazca para conocer el sur de su diócesis y, sube a Huánuco para completar el conocimiento de la sierra. Así empieza su andadura de Padre y Pastor por cerros, cruzando ríos, sufriendo los calores de la costa norte, las gélidas punas y los nebulosos recovecos de la selva misteriosa. Así, pueblo tras pueblo, sin descanso ni cansancio siempre rompiendo muros, derribando brechas y abriendo caminos al ritmo firme de sus pisadas de apóstol. “… sin atender a más que al servicio de Nuestro Señor…”

El primer contacto con Lambayeque, se dio cuando pasaba de camino para su Sede de Lima. La visita plena, la visita pastoral en sí al departamento actual de Lambayeque, tuvo lugar en su 2a. Visita (1593 – 1598).

Desde la fugaz estadía en Trujillo, sube a Lambayeque (marzo 1594) donde visitará, una tras otra, las doctrinas de: Íllimo, Túcume, Mochumí, Chiclayo (ciudad), Ferreñafe, Reque, Monsefú, Eten. Las visitas a los pueblos constituían, además del aspecto religioso y espiritual, un censo minucioso de sus moradores, número de confirmados, bautizados, el estado de la fábrica, de las iglesias, hospitales, cabezas de ganado lanar y vacuno, obras comunales… la situación en lo religioso y social son la falsilla donde se recogerán todos los datos, sin dejar uno.

San Pedro de Lambayeque. En Lambayeque residían dominicos y varios clérigos (sacerdotes diocesanos). Muchos de ellos eran hijos de criollos y habían estudiado en los colegios que existían en Lima, en el Seminario fundado en Lima por él y algunos en la famosa Universidad de San Marcos.

Desde los primeros tiempos de la llegada de los misioneros, evangelizaron Lambayeque franciscanos. Santo Toribio obligaba a que los sacerdotes supieran la lengua propia del lugar. Muchas veces en el diario de las visitas se lee: “Sabe la lengua”. “Sabe poco la lengua”.

Estando en Lambayeque, recibe la noticia de la muerte de su santa madre.

Santo Toribio escribe al rey una carta conmovedora ante la muerte de su madre. “De Lambayeque llanos de la ciudad de Truxillo a 10 de marzo de 1594 años. Pocos días ha, he recibido diez y seis cédulas de vuestra majestad….Y, como en los contentamientos y alegrías de este mundo suelen muchas veces mezclarse dolores y trabajos y persecuciones…tuve aviso de esta Corte de la muerte de mi madre, de que tuve el sentimiento que la razón a ello me obliga…”

San Francisco de Chiclayo formaba parte del partido de Trujillo con 12 doctrinas además de una conjunta en Mórrope – Pacora a cargo de clérigos que atendían Reque. Los franciscanos llegan a Chiclayo y Eten en el año 1581. Tenía unos 700 indios según el padrón de los sacerdotes que, varias veces, no coincidían con los de los encomenderos que rebajan el número para no pagar los tributos. Sin embargo, no faltaron encomenderos generosos y desprendidos. Uno de Chiclayo, dejó para el Hospital 1.500 a 2 mil pesos. Una cantidad respetable.

San Martín de Reque. El diario anota: “Había mozos de 18 años para abajo, 578 y 128 mujeres de todas las edades y estados”. Mucho dice de la piedad de la gente, la siguiente anotación: Un cacique mandó decir cada sábado una misa cantada en honor de la Virgen María de limosna en cada un año y 100 fanegas de trigo. El cacique se llamaba Diego Chimoy.

Monsefú (“Monzebú”) “Se dice cada sábado una misa de cofradía y en las festividades de Nuestra Señora se dice otra misa cantada con sus vísperas, darse limosna de dos patacones en cada una.

Santa Magdalena de Eten. Son pocos los datos ofrecidos en la Visita que realizó Santo Toribio de Mogrovejo. Sabemos –nos dice Fernando de la Carrera, cura párroco de Eten, testigo judicial del famoso suceso del  “Niño del Milagro” (1649) y compilador de la  lengua Yunga (Mochic) (1614)- afirma: “Estos indios, pues, que dicho inca llevó de los valles, desde aquellos a estos tiempos, conservan su lenguaje materno. Y aunque saben la serrana, hablaban la suya más de ordinario que otra, y es forzoso que el cura que los doctrina la sepa”

Santa Lucía de Ferreñafe. Pocos datos se conservan. El fenómeno del Niño, arrasó con muchos papeles y documentos. Sin embargo se conserva una curiosa anécdota. Estando Santo Toribio, se le presentó un español que le llevaba una pintura de Medoro. Al entregársela a Santo Toribio, le manifestó que él había sido confirmado por su Señoría en Ferreñafe siendo de corta edad.

En la tercera visita pastoral (1605 – 1606) tiene deseos de llegar de nuevo hasta Lambayeque, pero Dios tenía otros designios.  A principios de 1606, se encuentra en Trujillo. Visita Mocupe y  Guadalupe.

Santiago de Miraflores de Saña. Era Vicario de la Villa de Zaña el clérigo Miguel Jerónimo. A principios del año 1606, Santo Toribio, alojado en el convento de los Agustinos de Guadalupe (Trujillo), está enfermo. Insisten que se quede allí pues la enfermedad es de muerte. Sube penosamente a su cabalgadura para visitar Chérrepe, pasar por Reque y llegar hasta Zaña donde se acomoda en la casa parroquial. EL Jueves Santo, a las 3 y media de la tarde, apretando fuertemente el crucifijo, muere entregando su alma a Dios. Cuando murió Santo Toribio en Zaña, el 23 de marzo de 1606,  lo enterraron en la Iglesia Matriz. Durante las honras fúnebres contrataron a 6 músicos indios de Lambayeque (ciudad) para que tocaran y cantaran en el funeral.

 

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