Celebremos la Solemnidad de todos los Santos
La Iglesia Católica celebra, cada 01 de noviembre, la memoria de todas aquellas hijas e hijos de Dios que vivieron siguiendo el ejemplo de Jesús con fe, esperanza y caridad practicando las Bienaventuranzas del Sermón de la Montaña (Mt 5, 1-12).
Esta conmemoración inició hacia el siglo IV, cuando el número de mártires llegó a ser incontable, y, debido a que era imposible destinar cada día del año para recordarlos, la Iglesia optó por hacer una celebración conjunta para honrar en un solo día a quienes ya habían alcanzado el cielo.
Si bien la Solemnidad de Todos los Santos compite culturalmente contra la ‘noche de Brujas’ y su espíritu profano, hemos de mantener la visión en aquello a lo que estamos llamados como cristianos: buscar la belleza de la vida y realizar el bien, viviendo en santidad.
En el año 2013, el Papa Francisco exhortó a los fieles a no tener miedo de la santidad, a apuntar alto, a dejarse amar y purificar por Dios, a dejarse guiar por el Espíritu Santo. “Dejémonos contagiar por la santidad de Dios».
«Creemos en la comunión de todos los fieles cristianos, es decir, de los que peregrinan en la tierra, de los que se purifican después de muertos y de los que gozan de la bienaventuranza celeste, y que todos se unen en una sola Iglesia; y creemos igualmente que en esa comunión está a nuestra disposición el amor misericordioso de Dios y de sus santos, que siempre ofrecen oídos atentos a nuestras oraciones» (Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 30)
Los santos son personas que, sin duda, superaron debilidades y tentaciones, con la fuerza y acción del Espíritu Santo y ahora comparten el reino divino. Debemos agradecer la vida de esos hombres y mujeres que lo dieron todo por amor y hoy se encuentran disfrutando del rostro de Dios.