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Articulos Opinión

Día Internacional de la Mujer

Por: Dra. Patricia Campos Olazábal
Rectora USAT

Con el tema “Igualdad de género hoy para un mañana sostenible”, este 8 de marzo la ONU celebra el Día Internacional de la Mujer, reconociendo la labor de millones de mujeres en el mundo que luchan, desde diferentes trincheras, por hacer con su presencia un mundo mejor para esta década y los años venideros. En Mulieres Dignitatem, San Juan Pablo II escribía a propósito de la igualdad: “el hombre -ya sea varón o mujer- es persona igualmente; en efecto, ambos han sido creados a imagen y semejanza del Dios personal… El texto bíblico proporciona bases suficientes para reconocer la igualdad esencial entre el hombre y la mujer desde el punto de vista de su humanidad”.
Laudato Si nos acerca a las mil y una formas de contaminación ambiental a la que estamos expuestos y a su repercusión en el organismo viviente: nos enfermamos por el humo que despiden las fábricas, por los productos químicos que contaminan el agua y los suelos, por la contaminación de los residuos orgánicos y no orgánicos, entre otros. En palabras del Papa Francisco “nos cuesta reconocer que el funcionamiento de los ecosistemas naturales es ejemplar, las plantas sintetizan nutrientes que alimentan a los herbívoros, estos, a su vez, alimentan a los seres carnívoros, que proporcionan importantes cantidades de residuos orgánicos, los cuales dan lugar a una nueva generación de vegetales… todavía no se ha logrado adoptar un modelo circular de producción que asegure recursos para todos y para las generaciones futuras…”
A propósito, pensemos en lo que sucede a nivel de la atmósfera de nuestro planeta, la contaminación unida al llamado efecto de gases invernadero están conduciendo, a la larga, al cambio climático global, cuyas consecuencias ya las estamos sintiendo ahora y posiblemente sean mayores en el futuro. Este cambio es un problema global que impacta más en los países en desarrollo, países donde la población vulnerable está formada por mujeres y niñas que viven y trabajan en condiciones muchas veces de sobrevivencia, sin recursos mínimos para hacerlo, obligadas muchas veces a migrar a otras ciudades por unas condiciones de vida y mejores trabajos, que terminan inclusive en esclavitud, tal como lo exponía en el 2015 nuestro Santo Padre ante la ONU: “el mundo reclama de todos los gobernantes una voluntad efectiva, práctica, constante, de pasos concretos y medidas inmediatas para preservar y mejorar el ambiente natural, y vencer cuanto antes el fenómeno de la exclusión social y económica, con sus tristes consecuencias de trata de seres humanos, comercio de órganos y tejidos, explotación sexual de niños y niñas, trabajo esclavo incluyendo prostitución… para que estos hombres y mujeres concretos puedan escapar de la pobreza extrema hay que permitirles ser dignos actores de su propio destino… esto supone y exige el derecho a la educación“.
Muchas mujeres: pensadoras, artistas y educadoras visibilizan que la mitad del mundo son mujeres, la otra mitad son hijos de ellas. Estamos hablando de una población significativa, cuyo mayor porcentaje se encuentra en países en desarrollo, en mujeres migrantes y mujeres que con certeza pertenecen a la cultura del descarte, sin derechos, sin protección, ni educación y, muchas veces, ni un lugar donde vivir: “aquellas situaciones en las que la mujer se encuentra en desventaja o discriminada por el hecho de ser mujer expresan la herencia del pecado que todos los seres humanos llevan en sí. Los libros de la Sagrada Escritura confirman en diversos puntos la existencia efectiva de tales situaciones y proclaman al mismo tiempo la necesidad de convertirse” (Mulieres Dignitatem).
Nos toca a todos, hombres y mujeres, reflexionar en este día y ser parte del cambio que se espera. Somos nosotros quienes debemos educar a las generaciones en el respeto a la mujer; tarea titánica que recién ha iniciado pero sin duda histórica. Si hubiesen más mujeres en puestos claves de la educación, la economía y la política la vida sería tal vez más justa, más equitativa, más respetada, porque ellas aportan el “genio femenino”, al que se refería San Juan Pablo II en su Carta Mulieris Dignitatem, refiriéndose a ese conjunto de dones específicamente femeninos, como la comprensión, la objetividad, el juicio y la compasión, manifestaciones del Espíritu, don de Dios para realizar la vocación de asegurar la sensibilidad para el hombre. El genio femenino es la condición para una profunda transformación de la civilización actual.
Recordemos al celebrar este día tan importante que el lugar de la mujer es aquel que ella quiera y por el que sigue luchando para conquistar.
¡Feliz Dia Internacional de la Mujer!

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