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Articulos Educación

¿Qué es lo que ama el maestro?

Por: Jésus Simón Cuyate Reque – Docente de la Escuela de Educación USAT

“Cuando quieres conocer a una persona no le preguntes por lo que conoce, pregúntale por lo que ama”, según Agustín de Hipona. Entonces ¿Qué es lo que amamos? ¿Qué es aquello a lo cual damos mayor importancia en nuestras vidas? ¿Qué es aquello que nos hace felices y que elegiríamos hacer cada día?

Si la pregunta fuese para el maestro, a quien van dirigidas especialmente las siguientes líneas, ¿qué ama el profesor? ¿Qué puede amar aquel cuya vocación de vida decidió que fuera la formación de personas? ¿Qué le hace feliz al maestro ? Esta perspectiva se analiza mejor desde un punto global:

En uno de los últimos resultados sobre el informe de la educación para el mundo que presenta la UNESCO, se destacan como principales problemáticas: la desnutrición infantil en la educación de la primera infancia, y lo que le denominan “la enseñanza primaria universal”, es decir, seguir incrementando la tasa de estudiantes de educación primaria matriculados gratuitamente, cumpliendo con la meta de educación para todos, asimismo, la capacitación docente se suma a las necesidades para una educación de calidad (fuente: noticas.universia.es).

¿Acaso no estamos frente a una preocupación mundial, no solo del profesorado? Sin embargo, ¿no es acaso el profesorado el más preocupado?  ¿De dónde nace esa preocupación si no es de un tipo de amor? Lo que pretendo plantear es que, el amor es la fuerza al docente, para su vocación, y me refiero a un amor más que sentimental, uno de decisión, como esa preocupación seria que nace de la intención de bien para los educandos, ese compromiso de proporcionarles lo bueno a los estudiantes, como diría Aristóteles “querer el bien del otro”.

En este sentido, se busca el bien del educando, y por eso a nivel mundial también se va mejorando poco a poco, muestra de ello son los países ejemplos que han tomado la iniciativa de priorizar a la educación, y así tenemos que, en las pruebas PISA de nivel internacional destacan Singapur, Japón, Estonia, Taiwan, Finlandia, China (fuente: bbc.com).

Por tanto, siempre existirán dificultades y progresos educativos en todo el mundo y, las razones profundas del por qué a pesar de las dificultades los educadores siguen dando lo mejor, por qué a pesar de la poca valoración de la profesión docente aun así siguen buscando mejorar la realidad educativa, es porque: aman, el docente entrega todo de sí en la orientación de sus discípulos.

Sin embargo, ¿Es vista así la carrera docente? ¿Realmente importa hablar hoy en día de una carrera profesional sobre “la entrega”, “buscar el bien del otro”, “amar aunque implique sacrificio”? ¿Acaso no es más importante para el mundo la rentabilidad económica de un trabajo, o el conocido “ROI” (retorno de la inversión)? ¿Acaso no son conocidas las frases como “con estudiar educación, no te vas a hacer rico”? Puesto que al parecer nos desenvolvemos en un mundo donde lo material busca primar sobre el tesoro espiritual e invaluable de la persona.

Así tenemos que, en nuestro Perú, un estudio sobre la oferta formativa y demanda laboral del profesional técnico y profesional en gestión de riesgos y desastres realizado por el Sistema Nacional de Acreditación de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa (Sineace), señala qué carreras para el 2025 serían las más requeridas según regiones, ý para Lambayeque serían: los médicos, ingenieros industriales, enfermeros, técnicos agrícolas, choferes auxiliares de enfermería. (Fuente: gestión.pe).

Se manifiestan carreras demandadas y por ende cuya inversión económica tendrá resultado al término de estudios, pero, eso ¿es la ganancia material lo más importante?

Entonces ¿Qué “gana” un profesor al enseñar?

Si definimos el trabajo como la actividad humana que implica esfuerzo físico-mental y desarrollo de habilidades con el fin de obtener una ganancia material, entonces el docente, simplemente “gana” un “sueldo”; independientemente de laborar en una institución nacional o particular;    el trabajo del profesor sería tan igual como cualquier actividad, incluso, una actividad que quebrante valores, puesto que al final de cuentas lo importante es obtener una ganancia. ¡Por ello es necesario ahondar más en el trabajo en sí, para entender el trabajo docente!

¿Qué es lo que nos permite el trabajo sino es perfeccionar aquello en lo que somos buenos, aquello que amamos? Por tanto, hacer lo que uno ama, es el caso de los docentes, enseñar y, hacerlo bien y en favor del bien de las personas, nos hace mejores personas. Por ello, el trabajo además de ser una actividad físico-mental, dignifica, es decir, obtenemos una ganancia de tipo espiritual y ¡Vaya lo que trabajo docente! Porque no solo es hacer un buen trabajo, sino hablar con palabras de lo bueno, de virtudes de valores, gana: las sonrisas de niños al aprender con emoción, el despertar de sueños de los jóvenes, el goce de la verdad cuando sus alumnos la descubren y fue él quien le dirigió; gana la confianza de aquel estudiante que se acercó a abrir su interioridad; gana la satisfacción de ver culminar la escuela e iniciar la preparación profesional habiendo sido él un firme puente, un particular trampolín, por el cual sus discípulos pasaron, aprendieron a saltar alto y luego volar… su ganancia es a largo plazo, como el sembrador: lanza sus palabras como dardos desde su corazón al corazón de sus estudiantes, y esas palabras son semillas que con el tiempo fructificaran en la vida de ellos, quienes le escuchaban y lo pusieron en práctica…

Finalmente ¿Qué ama entonces el maestro? No ama a “algo”, ama a “alguien”, a cada uno, con un amor especial, de entrega, de generosidad, de entusiasmo, más allá de lo mero sensible o sentimental, porque amar implica un sacrificio, y ellos, los maestros, ¡Sí que saben de sacrificios! Por lo tanto son amantes de su ciencia, del enseñar, del formar, del aprender, y de cada una de esas personas que se sentaron en un aula y hoy quizá se sientan en oficinas, en sus propios autos, en un consultorio, e incluso, hasta en una silla presidencial.

El amor del maestro, le lleva a dar lo mejor de sí, y a ser visionario, ve en los demás su máximo potencial, y su misión es hacer realidad esa visión, buscar la metodología y didáctica necesaria para que sus estudiantes lleguen a ser la mejor versión de sí, sacar lo mejor de cada uno, por ello ¡Valoremos esta hermosa vocación! Porque somos hechura del amor de cada uno de los maestros que marcaron para bien nuestra vida.

 

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