El hecho de procrastinar en los negocios y el trabajo
Por: Econ. Antonio Escajadillo
Docente de la Escuela de Economía USAT
Docente de la Escuela de Economía USAT
Procrastinar tiene un resultado “aparentemente positivo” para nuestras labores urgentes o importantes pero desagradables. Dicho resultado es por la forma como enfocamos la tarea “aburrida”, ya que, si a ella le damos alguna valoración positiva para nuestro propio bienestar, es probable que la ejecutemos.
Si la tarea que me crea la emoción negativa (ante la cual el cerebro nos da señales de una buena recompensa por evadirla) tiene una escala de beneficios tangibles, pues puedo comenzar por romper el momento clave de evasión: justo cuando la vamos a iniciar.
En esa escala de beneficios, puedo decirle a mi cerebro que sin dicha tarea mi empleo corre riesgo, o que mi paz laboral corre riesgo (incluso paz personal) por sanciones; o que no hacerla implica pérdidas económicas, cuando tenga que limitar otras acciones; o que evadir la tarea me ocasionará postergar otra actividad placentera.
La procrastinación puede no ser mala, cuando no acarrea problemas en mi desempeño laboral o social, por ejemplo, una tarea desagradable puede ser postergada para luego ser ejecutada con amigos (o colaboradores), y ello puede ayudarnos a ganar nuevas ventajas de trabajo en equipo, siempre que no entremos en fase de estrés y culpa, producto de equivocarnos en los plazos de algo importante pero no urgente.
Procrastinar es malo cuando termina perjudicando mi desempeño general, esa línea debe quedar clara para evitar caer en procrastinación peligrosa. Quizás sea menos adecuada o pasable, en el caso de asuntos personales, por ejemplo: postergo la limpieza de la habitación para leer algo, siempre que la no limpieza no afecte mi salud. Pero en asuntos laborales, procrastinar es altamente inadecuado.
Evitar la procrastinación implica evitar el momento de lucha mental entre lo bueno y lo malo post la evasión, esa lucha es claramente mejorable lanzado rápidas ventajas de cumplir la tarea y poder entrar en esa fase de inicio y concentración para una tarea o “estado de flujo”, en medio de la cual, el hecho procrastinar simplemente no existiría.
