Enseñanza en aulas y el autismo Mstro. Silvia Georgina Aguinaga Doig Docente de la Facultad Humanidades
La Organización Mundial de la Salud explica que los trastornos del espectro autista (TEA) son un grupo de afecciones diversas que sufren uno de cada 160 niños. Esta condición de nacimiento hace que las capacidades y necesidades de las personas varíen y puedan ir en aumento con el tiempo. Aunque algunas personas con autismo pueden vivir de manera independiente, hay otras que presentan epilepsia, depresión, ansiedad, trastornos de la atención e hiperactividad, entre otros comportamientos; por lo que necesitan constante atención y apoyo durante toda su vida. Unos poseen un nivel intelectual bajo y otros, muy alto, razón por la que al autismo, se denomina TEA.
En el Perú existirían procesos iniciales para la atención a niños y adolescentes con rasgos autistas en las instituciones educativas. Tanto los padres como los profesores se ven envueltos en un sinnúmero de citas para tratar de explicar lo que ocurre y cómo solucionar ciertos “problemas en el aula”, frente a casos muchas veces vinculados a este trastorno. No correspondería, entonces, relacionarlo con un tema tabú ni mucho menos actuar frente a posibles decepciones de las familias cuando se trata de un ser querido diagnosticado por un médico como caso de autismo. Es quizá, algo cada vez más frecuente, y abordarlo debería llevarnos a identificar la importante oportunidad para todos de aprendizaje, especialmente en adultos, poner a prueba la capacidad espiritual de fortaleza, buen ánimo: resiliencia.
Sin embargo, qué hacer cuando no estamos preparados ni compartimos la misma filosofía de vida. Ciertamente, nos cuesta asumir y podríamos caer incluso, en incoherentes acciones calando negativamente en la memoria de seres en desarrollo y con necesidad de mucha comprensión y afecto.
Algunas estrategias para el trabajo educativo en aulas con niños o jóvenes autistas, son bastante anunciadas y poco desarrolladas quizá.
1. Desde estructurar los ambientes del entorno, el aula y el espacio rutinario.
2. Agendar y anticipar las actividades; es decir, lo que se hará al día siguiente con el grupo de pares, haberlo hecho antes del evento principal.
3. Es importante establecer los horarios.
4. Utilizar ayudas visuales, rótulos y pictogramas para la comunicación, cambios de actividad y acciones diarias que necesiten ser pauteadas (me cepillo los dientes, me peino, tiendo mi cama, etc.).
5. Las instrucciones que reciban, deberán ser acorde con el nivel de entendimiento y desarrollo.
6.Los acuerdos de convivencia no deben excluirlos, por el contrario, realizar las mismas exigencias que al resto del grupo.
7. A fin de empoderarlos, es indispensable el empleo de halagos y reconocimiento oportuno, haciendo gala de aquellas fortalezas que los hacen singulares.
8. Unificar criterios entre los adultos alrededor y las personas de apoyo, a fin de hablar el mismo lenguaje, evitando contradicciones entre ellos.
9. Llevarlos a conocer y exponerlos a varios lugares, de modo que sea posible introducir cambios de manera paulatina (ambientes, rutinas y comportamientos) y finalmente, realizar un trabajo de equipo que involucre a todos.
No cabe duda que la enseñanza en las aulas se fortalece con la actuación dinámica del trinomio niño-padre-escuela; sin embargo, una de las estrategias más infalibles para el docente, es recibir el apoyo del grupo de pares. Al margen de la edad, y mientras más pequeños, mejor; existe en los compañeros y amigos de clase, la capacidad de asumir el cooperativismo. Los aprendizajes basados en la actuación conjunta bajo fines compartidos, donde cada quien suma con su fortaleza, hace que los grupos se amalgamen de tal forma, que entre ellos no existan diferencias, pero sí, el respeto sincero por las formas particulares de ser.
Finalmente, en respuesta a los vacíos por no existir una forma igual en todos los casos, se sugiere conveniente abordar los procesos de enseñanza bajo la educación inclusiva y atención a la diversidad; con la práctica de diversas estrategias mencionadas, sobre todo, considerar la preparación antelada de los grupos escolares y sus familias en estos temas, y saber que cada persona posee diferencias, ritmos de maduración distinta. Ello posibilita vivir acorde con las demandas actuales y dentro de una cultura de paz, aquella que promulga la cultura escolar inclusiva, los derechos de una educación para todos y el respeto a la dignidad humana.
