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Articulos Opinión

Formar en valores desde nuestra familia

Por: Mtro. David Limo Figueroa
Docente de la Facultad de Humanidades USAT

Suele hablarse de mil formas sobre las problemáticas sociales que acontecen en este tiempo; así, puede decirse que somos duros críticos de la delincuencia, de la corrupción, de la pérdida de valores, de una crisis en general y, ante ello, queremos proponer soluciones que traten de minorarlas; sin embargo, el camino para ir en su búsqueda no es tan fácil de recorrerlo si es que no nos detenemos a pensar un poco más en cuáles son las verdaderas causas que han desencadenado esta realidad dura y urgente de atender, lo que obliga a realizar reflexiones más profundas.

Por su parte, Cardona (2001), hace un análisis de nuestra sociedad, manifestando que:

“La verdad se entiende como certeza, (…) entonces el bien es entendido como placer, (…) la eternidad es vista como temporalidad ilimitada, (…) la libertad es concebida y querida como irresponsabilidad, (…) la contemplación viene a ser simplemente acción, (…) la transcendencia se resuelve en inmanencia, (…) el ser se disuelve en el aparecer, (…) el valor se reduce a utilidad, (…) el hombre pasa a ser visto como un animal bastante evolucionado”. (pp.14-15)

De modo tal, que el hombre al considerar dichas cuestiones fundamentales como meros reduccionismos falsos, pretende justificar su mal actuar y ello se hace cada vez más evidente en nuestro entorno social, cada vez que se pone al descubierto las problemáticas arriba descritas.

Cabe precisar que, hace algún tiempo atrás, las personas crecían sabiendo que es lo que tenían que hacer, asimismo, existían personas que con su amplia sabiduría proporcionaban el consejo al más joven y mostraban el camino que se debería seguir, con lo que se tenía la certeza de lo que debe ser y hacer. En consecuencia, se discernía con mayor claridad entre  lo bueno y lo malo; sin embargo, poco a poco, el hombre en un afán de libertad, fue dejando de lado muchas de estas cosas. Es así que Frankl (1980)  considera que:

“Contrariamente al animal, el hombre carece de instintos que le digan lo que tiene que hacer y, a diferencia de los hombres del pasado, el hombre actual ya no tiene tradiciones que le digan lo que debe ser. Entonces, ignorando lo que tiene que hacer e ignorando también lo que debe ser, parece que muchas veces ya no sabe tampoco lo que quiere en el fondo. Y entonces sólo quiere lo que los demás hacen (¡conformismo!), o bien, sólo hacer lo que los otros quieren, lo que quieren de él (totalitarismo) (p.11)

Entonces, ¿por qué es importante formar en valores desde nuestras familias? Pues, como manifiesta Altarejos y Naval (2011) “El ser humano nace con una forma o modo de ser, como el resto de los vivientes, pero no nace formado” (p. 17). En este sentido, tiene la necesidad de formarse debido a que no estamos completos. Así,  para Cardona (2001)“La persona, antes y más que informada y capacitada para tal o cual quehacer utilitario, debe ser educada, ayudada a deducir de las virtualidades de su espíritu la bondad que le corresponde como interlocutor personal de Dios personal”. (pp.15-16). Por tanto, al hablar de educar al hombre, se debe pensar en qué sentido se le debe educar, si se le quiere formar como una persona informada o en realidad se quiere sacar de ella todas las virtualidades de su espíritu, específicamente todas las bondades que posee.

Por tanto, limitaríamos mucho la formación de la persona en nuestra familia si solo manifestamos en qué consiste la virtud, por el contrario, debemos enseñar cómo se debe vivir virtuosamente y darle la seguridad de que es capaz de hacerlo, de que es capaz de vivir bien, invitando a sacar la mayor bondad posible de la persona para que viva una vida virtuosa. De esta manera, cuando esta persona incurra en error, se le debe corregir para que sea mejor, haciéndole ver de modo asertivo y prudente su mal actuar y, además, se le debe enseñar cómo puede ser mejor, pues en ello radica el verdadero sentido de educar.

De tal forma que, lo peor que nos podría pasar es no tratar a las personas como lo que son, sino simplemente tratarlas como si fuesen un número más o un amigo más de los cerca de mil que tenemos en Facebook, los cuales sabemos que existen, pero que no los tratamos como lo que son, personas, y que merecen ser tratadas de manera diferenciada por ser seres singulares.

Por tal razón, la familia es el lugar primordial de esa educación humana, pues no se puede otorgar mayor responsabilidad en la educación de las personas a la escuela por sobre la familia; sin embargo, esto es un error muy actual que nos hace pensar que la función educativa es propia de la escuela y está por encima de la familia. Es evidente que esto ocurre quizás como opinión personal, para “zafarse” de la responsabilidad mayor que se le otorga principalmente a los padres, hermanos y todos los miembros de la familia.

Para ello, debe precisarse que la sociedad no piensa, no quiere, no es sujeto de ética, todo lo contrario ocurre con las personas, estas tienen la capacidad de conocer la verdad, de querer el bien, de ser un sujeto moral, por eso, como manifiesta Cardona (200):

Los padres deben dar a ese amor natural un carácter ético, queriendo a sus hijos como personas, y no solo como algo de ellos mismos. Tienen que hacer muy generoso ese amor, queriendo -con auténtica benevolencia- el bien para los hijos, y no propiamente que los hijos sean un bien para ellos. Han de procurar ser eficazmente buenos padres, sin que lo emocional o sentimental impida o deforme su acción educativa. (p.46)

En definitiva, la familia es el lugar primordial de formación de la persona como persona, esto es, constituye el lugar indicado para formar en valores a cada uno de sus integrantes para que en un futuro no muy lejano, sean siempre seres virtuosos para la nación.

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