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Articulos Opinión

Frenar el COVID -19: Responsabilidad de todos

Por: Armando Mera Rodas
Docente de la Facultad de Humanidades USAT


En nuestro amado Perú, hemos sido testigos en estos últimos días de un nuevo acontecimiento trágico, consecuencia de la irresponsabilidad de muchos jóvenes por un lado y, debido al aprovechamiento del oportunismo de “emprendimiento” maquiavélico de algunos adultos, por otro.

Nos estamos refiriendo a los trece jóvenes que encontraron la muerte repentina  por asfixia y a los otros seis heridos de gravedad que dejó como saldo, la aglomeración en el intento de huida rápida e impetuosa ante la redada policial, de más de un centenar de jóvenes que se divertían este último sábado por la noche en un local nocturno improvisado para discoteca,  sin contar con las medidas de seguridad mínimas ni con los permisos respectivos, en el distrito de Los Olivos de la ciudad de Lima, en medio del estado de emergencia sanitaria a causa del COVID 19.

Pese a que en nuestro país están prohibidas las reuniones sociales, debido al contagio masivo del virus – el mismo que se transmite de persona a persona- poco o nada importó, como vemos, a los más de ciento veinte protagonistas involucrados, de los cuales, suponemos que, más de la mitad ya estaban contagiados, por cuanto de las pruebas que se aplicaron a los veintitrés detenidos, más de la mitad resultaron   positivos al COVID -19.

¿Qué nos está pasando a muchos peruanos? ¿Qué tiene que ocurrir para que asumamos, de una vez por todas, nuestra responsabilidad? ¿Nos pasaremos la vida culpando a los demás y declarándonos inocentes ante tanta tragedia? ¿Qué hace falta para tomar conciencia de que cada uno de nosotros juega un rol de protagonista y no de espectador ante esta pandemia sanitaria?

Un antídoto muy poderoso, la mejor vacuna, respecto al coronavirus; pero que al parecer muchos aún no se han dado cuenta, debido al miedo que está generando en los adultos y la ansiedad que provoca en los jóvenes, es la toma de conciencia que el COVID -19, siendo un enemigo invisible tan poderoso como nos lo ha mostrado el mundo, tiene una profunda debilidad mortal y exterminio. Esta radica en la dependencia de contar con cada uno de nosotros para existir, vivir y propagarse.

Medio año llevamos en el Perú intentando frenar este virus. Se ha intentado una y muchas estrategias, todas fallidas, y el virus lejos de extinguirse se ha proliferado exponencialmente. Significa esto, que mientras no tomemos conciencia plena que el antídoto mortal está en cada uno de nosotros y no fuera, seguiremos en la larga espera pasiva que aguarda la creación de la vacuna, a expectativa de que los gobiernos nos solucionen el problema, culpando a tantos otros y los peruanos siendo cada vez menos.

Para una solución frontal hay que mirar y apostar por las personas singulares y concretas: su responsabilidad, su autoconciencia, el cumplimiento pleno de los protocolos – al interior y al exterior de sus hogares-, de la higiene personal y familiar, sus salidas innecesarias, etc. Ante ello, el Estado, en lugar de pensar en los cambios estructurales, cambios de sistemas y coyunturas, debe garantizar y velar para que todos cumplamos responsablemente nuestros deberes y obligaciones.

Necesitamos medidas potentes, concordantes con la fuerza arrasadora y avasallante del COVID -19. ¿Por qué, en lugar de invertir millones de millones de dinero en pruebas rápidas fallidas e innecesarias o, repartir otros millones de dinero en la ayuda que se le ha dado y le sigue brindando a millones de personas durante esta pandemia con resultados infructuosos, no se apuesta por opciones más eficaces? ¿Por qué no abocarse a un trabajo más preventivo, concientizador y responsable de nuestros conciudadanos? ¿Acaso no se trataría de un trabajo menos costoso y más fructífero? ¿Qué ocurriría si se toma una decisión política radical, previa preparación y sensibilización de la población, de abastecerse de lo necesario durante unos quince a veinte días y hacer una cuarentena radical a fin de acabar con los contagios? ¿Podrían muy bien aportar en el proceso de incubación y contagio del virus los investigadores de todo el planeta? ¿Qué se necesitaría para que la policía ponga a patrullar, junto a ellos,  a tantos jóvenes irresponsables, que infringiendo la ley se dedican a celebrar y festejar los fines de semana sin respetar la cuarentena ni los protocolos respectivos? ¿Qué penas ejemplares se establecen para políticos insensibles, oportunistas maquiavélicos, y pseudo empresarios, quienes, en nombre del éxito, vienen aprovechando el dolor y la desesperación humana para acrecentar sus prósperas ganancias?

Después de todo, será la vida misma quien nos premie o castigue ontológicamente, según la respuesta que le hayamos dado cada uno a su pregunta: ¿Cuál ha sido tu mejor respuesta llena de sentido ante la pandemia? El reto está planteado.

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