Gestión de desastres: preocupación pendiente
El reciente movimiento telúrico en Venezuela parece recordarnos una tarea pendiente en nuestro país: la gestión de desastres. A nivel mundial se registraron, solo en el 2017, 300 mil millones de dólares en pérdidas económicas a raíz de desastres naturales, duplicando la cifra del 2016. En Perú, durante el fenómeno del “Niño Costero” se perdieron 3, 124 millones de dólares, lo que significó una pérdida de 1.6% del PBI nacional, afectando la proyección de crecimiento anual de la economía en 4.3 % a 3.5%.
Según la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna, la gestión de desastres se refiere a la administración de recursos para dar respuesta humanitaria a emergencias, disminuyendo sus efectos.
Por su parte, el Estado Peruano especifica que este proceso tiene como fines la prevención, la reducción y el control permanente de los factores de riesgo, además de una oportuna preparación y respuesta ante situaciones de desastre. En ese sentido, la Ley 29664, que crea el Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres (SINAGERD).
Sin embargo, los problemas de corrupción, la burocracia y otros obstáculos dentro de la gestión del Estado, hacen que hoy miles de ciudadanos continúen esperando las acciones de reconstrucción tras las torrenciales lluvias que azotaron la costa norte a inicios del 2017.
Expertos señalan además, que los programas de gestión de desastres en el país no incluyen factores muy importantes como la realidad sociocultural y el territorio. Esto no permite la efectividad de las tareas emprendidas por el Estado. Del mismo modo, la falta de institucionalidad en los diferentes organismos estatales no permite la continuidad de programas cuando se eligen nuevos funcionarios.
Con todo ello, urge el compromiso de las autoridades, la ciudadanía, el mundo académico y el empresariado para dar respuesta efectiva a los peligros reales que trae consigo los desastres recurrentes en esta región del mundo.
