Hepatitis aguda: ¿Qué debemos conocer?
La hepatitis aguda es una condición médica inflamatoria en la que el hígado se ve afectado por agentes externos como son: los virus, algunos medicamentos llamados hepatotóxicos, el alcohol o también por causas que disminuyen la irrigación sanguínea del hígado, conocidas como isquemias hepáticas. La importancia de conocer esta entidad radica en que tienen un elevado número de complicaciones, su tratamiento puede ser prolongado, y en muchos casos pasa a la cronicidad con alta mortalidad o requerimiento de trasplantes.
Las hepatitis infecciosas más frecuentes son causadas por los virus, dentro de estas enfermedades existen dos grandes grupos: las producidas por los virus de la hepatitis A, B, C, D, E y las producidas por otros los virus de la rubeola, herpesvirus, citomegalovirus, virus de Epstein-Barr, la fiebre amarilla y otros virus exóticos como el arenavirus, el Ébola, etc. Actualmente se estima que los virus de la hepatitis B y C son responsables del 57% de la cirrosis hepática y del 78% de los cánceres primarios de hígado.
En las manifestaciones clínicas de las hepatitis virales, los pacientes responden a las diferentes etapas de presentación: en el periodo de incubación son generalmente asintomáticos; en la fase prodrómica los pacientes presentan: malestar general, náuseas, vómitos, pérdida del apetito, fiebre y dolor en la parte superior derecha del abdomen; en la fase ictérica la piel y ojos de los pacientes se vuelven amarillos (ictericia), además en esta etapa los síntomas disminuyen o desaparecen y el hígado suele incrementar su tamaño; en la fase de recuperación la ictericia suele desaparecer progresivamente.
Para precisar la etiología de la hepatitis aguda los médicos inician realizando una historia clínica completa incluyendo los antecedentes recientes de viajes a zonas endémicas, además, se solicitan pruebas serológicas en busca de anticuerpos o antígenos específicos para los virus de la hepatitis A, B y C; en pocas ocasiones se hace necesario solicitar una biopsia del hígado.
En vista que no existe un tratamiento específico para las hepatitis virales se hace imprescindible practicar la prevención, conociendo el mecanismo de trasmisión de estos virus: Las hepatitis A y la E se trasmiten por vía fecal-oral, por lo tanto, la medida más importante será garantizar la potabilidad de las aguas de consumo y el aseo de las manos antes de consumir los alimentos. Las hepatitis B, C y D, se trasmite por la sangre y otros líquidos corporales como la saliva o el semen, por ello, se recomienda implementar barreras de protección, evitar los tatuajes y piercings, el uso de drogas endovenosas, también la realización de los análisis cuidadosos a los donantes al requerir transfusiones de sangre, o es mejor evitarlas si no son innecesarias.
La inmunoprofilaxis a través de las vacunas también son medidas efectivas para evitar los efectos catastróficos de la enfermedad, una medida recomendada por la Organización Mundial de la Salud es la vacunación universal en la infancia para un adecuado control de la hepatitis A y mantener la vacunación de los adultos que pertenecen a los grupos de riesgo.
En el año 2020, la Asamblea Mundial de Salud, reconoce el importante problema de salud que representan las hepatitis, por lo que designan el 28 de julio como el Día Mundial contra la Hepatitis, solicitando a todos los países del mundo respuestas integrales para la lucha contra esta enfermedad.