Importancia de la responsabilidad ciudadana en tiempos de Covid-19
Docente de la Facultad de Humanidades USAT
La responsabilidad es una capacidad, una potencia propia de la persona humana, que poco a poco ha de ir desarrollándose mediante el ejercicio cotidiano hasta convertirla en un hábito virtuoso durante toda la vida. Pero preguntémonos ¿qué ocurre con la responsabilidad si no la desarrollamos? Indudablemente nos convertiremos en incapaces. Y, ¿qué ocurre si no asumimos nuestra responsabilidad y más bien andamos culpando a los demás de lo que pasa? Definitivamente nos convertiremos en personas o ciudadanos irresponsables.
¿Qué exigencias plantea la responsabilidad? A mi juicio dos criterios fundamentales: deliberar antes de ejercer la libertad y responder por las consecuencias de los actos libres. Como vemos, la responsabilidad tiene dos dimensiones inseparables, aunque con frecuencia en la vida cotidiana olvidamos esto y, en el mejor de los casos intentamos ser responsables a medias.
Expliquemos lo expresado mediante un ejemplo del accionar de una persona en tiempos de Covid -19. La primera, antes de salir a pasear por el mercado modelo se coloca su mascarilla e incluso su protector facial, lleva consigo su alcohol y toma las distancias respectivas entre persona y persona; al regresar a casa se limpia bien los zapatos, se baña y lava la ropa que usó. Pero, pese a ello se contagió en el colectivo que usó para ir y regresar durante el paseo ¿fue o no responsable este ciudadano? ¿Tendrá conciencia para culpar al estado, que se muestra impotente, de lo que le ocurrió y exigirle que asuma todos los gastos?
Muchos estarían convencidos que dicho ciudadano fue responsable porque tomó todas las precauciones debidas. Sin embargo, evaluado el caso a la luz de las exigencias de la responsabilidad vamos a descubrir que solo se trata de una responsabilidad a medias o mal entendida.
La persona falló en la deliberación, no cayó en la cuenta que no debió salir innecesariamente. Su salida se produjo por puro placer sensible: pasear. Por otro lado, para pasear debió haber elegido ir caminando, y elegir un lugar divertido y menos expuesto al COVID 19.
En consecuencia, para ser responsable no basta con responder o asumir las consecuencias de las acciones, esto solo constituye la segunda parte, pero la primera y más importante es deliberar. Por ejemplo, si voy a salir de casa en estos tiempos de aislamiento debemos deliberar sobre todas las posibilidades: ¿Es imprescindible que salga? ¿Qué ocurre si no salgo? ¿Hacia dónde voy? ¿A qué momento voy? ¿Cómo me movilizo? ¿Tengo personas vulnerables en casa? ¿Con quienes me relaciono cuando salgo? ¿Tomo las medidas pertinentes? ¿Qué hago si me encuentro con personas conocidas? ¿Qué precauciones tomaré al llegar a casa? Etc.
Queda claro que la responsabilidad es esa capacidad que tiene cada persona para deliberar y responder por lo que hace, con o sin intención, de lo que decide y de lo que es. Deliberar los pro y los contra antes de la acción y de responder ante uno mismo, ante la vida, las obligaciones, ante los demás, ante el prójimo y ante la sociedad; pero, sobre todo, ante Dios.
Así pues, cada ciudadano hoy, ante la pandemia sanitaria en la que nos encontramos, tiene que responsabilizarse en la elección más llena de sentido en cada momento ante las circunstancias dadas. Responsar en la concreción de esta o aquella persona que elige ser. De esta o aquella situación suya en cada caso.
La persona irresponsable muestra una actitud infantil, es una persona inmadura que siempre justifica sus malas acciones, se muestra indiferente y es egocentrista: solo piensa en su bienestar y no le importa la de los demás. Razón tiene el Papa Francisco cuando afirma que hoy se ha globalizado la indiferencia y hace el llamado a la ciudadanía a globalizar la fraternidad.
En cambio, la persona responsable es aquella que lucha por no dejarse llevar por los instintos, las tendencias, las influencias externas, las presiones del ambiente, la cultura del placer, etc. El llamado que queremos hacer a los ciudadanos, ante esta gigantesca pandemia que nos azota, es asumir una actitud responsable. Recordemos que el virus COVID 19, siendo poderoso, tiene un lado débil y mortal: que depende de cada uno de nosotros para movilizarse y multiplicarse. El reto queda planteado, la responsabilidad está en cada uno de nosotros.