Inversiones en instrumentos ESG: Aporte a la sostenibilidad desde el mercado de capitales
Docente Escuela de Economía
Si extendemos las comparaciones a otros instrumentos; tenemos el índice MSCI USA ESG que logró un retorno de 18.84% en ese mismo lapso, si bien el índice MSCI USA rindió 21.37% superándolo; lo resaltante es que los niveles de riesgo del MSCI USA ESG son más bajos. Esto último implicó por ejemplo, que el índice ajustado por riesgo a 3 años del MSCI USA ESG fue de 0.81, contra un 0.79 del MSCI USA.
A niveles globales las ventajas de los índices ESG han sido también evidentes, el índice MSCI ACWI ESG (que contiene 23 empresas líderes del mundo desarrollado y 27 empresas líderes de mercados emergentes) logró 11.07% de retorno a 3 años, versus su contraparte MSCI ACWI que llegó a 10.64%, con menores niveles de riesgo también para el ESG.
Incluso el S&P Global 100 logró 18.71% en el año 2020, por debajo del S&P 500 ESG. Mientras que el índice S&P Global 1200 ESG logró el mismo rendimiento que su comparador no ESG, pero a menor riesgo.
La familia de activos ESG no es muy antigua, pero deriva de ciertos conceptos que van tomando fuerza en el mundo empresarial, esto es la denominada sostenibilidad. De este modo, los índices ESG (environment, social, governance) capturan tres aspectos importantes, primero el componente ambiental, es decir: firmas que tengan bajo impacto en el cambio climático, bajo uso de combustibles fósiles o un adecuado balance entre las emisiones al medio ambiente y sus prácticas corporativas.
Un segundo aspecto es el componente social, en este sentido las firmas dentro del índice ESG no están inmersas en industrias controversiales, por ejemplo: armas, tabaco, daño químico, entre otras; asimismo cumplen con los estándares de la ONU en materia de protección laboral, cuidado de los derechos humanos y prácticas anticorrupción.
Finalmente, está el aspecto de gobierno corporativo vinculado a la forma cómo las empresas organizan sus políticas de largo plazo o sus decisiones a nivel de directorio, asegurando principios de no discriminación, voto informado, transparencia, mecanismos de control o reorganización societaria, rol e independencia del directorio, calidad del directorio, solución de controversias, ética en las decisiones, entre otros.
Estos tres componentes forman la nueva oleada de instrumentos de inversión conjuntos o ETF que representan a empresas con buenas prácticas empresariales en general. Este proceso no es solo un aspecto global, la Bolsa de Valores de Lima, ha dado un paso hacia estos índices, creando el S&P BVL IBGC (en los últimos 6 meses rindió 26% igual que el Perú Select), que es el índice de buen gobierno corporativo, que integra a las empresas más representativas en cuanto a contar con mayor calidad de gobierno corporativo, el paso siguiente es pensar en empresas líderes en aspectos sociales ambientales. Incluso la reciente ley que amplía el criterio societario para la formación de empresas, hacia sociedades de beneficio e interés colectivo (Ley BIC 31072 del año 2020), va en ese camino, pues puede incentivar directamente, la emisión de instrumentos ESG.
La importancia de los índices ESG va en diversos sentidos, primero incrementa las opciones de inversión en cualquier mercado, esto implica una mayor diversificación y reducción de riesgos, en ese sentido tenemos por ejemplo, que el Beta (riesgo mercado) de todo los índices MSCI ESG están por debajo del comparador o del mercado (alrededor de 0.96), reflejando su mejor posición frente a la volatilidad del mercado.
Otro aspecto clave es tener más productos financieros que permitan aprovechar la amplia liquidez existente. Los instrumentos ESG funcionan bien en un mundo, donde los mercados de capitales parecen alejarse de la realidad cotidiana de los valores fundamentales (basados por ejemplo, en los rendimientos de la empresa, sus niveles de liquidez actual y sus expectativas de crecimiento futuro), cuyos criterios dominaron el mercado en las últimas décadas.
En la actualidad, muchas de las valoraciones del mercado están lejos de los fundamentales, así tenemos empresas de alto riesgo o flujos de caja poco previsibles en el futuro, dominando el mercado bursátil o con altos retornos bursátiles pese a sus débiles fundamentos.
Inclusive hay empresas sobreendeudadas en el mercado financiero, que reciben primas adicionales en sus precios en el mercado de capitales, permitiendo ello poder seguir asumiendo deudas y proyectos riesgosos, o pagar dividendos en contextos de una economía deprimida; esto solo es posible por las bajas tasas de interés y por el exceso de liquidez actual.
Entonces si nos alejamos de los fundamentos y nos movemos en el terreno puramente especulativo, puede que los mercados de capitales, terminen siendo ajenos a los grandes problemas mundiales, como el cambio climático o la presencia de empresas muy grandes, que dominan excesivamente los mercados (imponiendo sus prácticas monopólicas) y además tienen injerencias negativas en los países, los clamorosos casos de corrupción en América Latina por parte de multinacionales son una evidencia.
Entonces, los instrumentos de inversión ESG (tanto renta variable como renta fija) nos reorientan a los fundamentos de largo plazo, finalmente el mundo puede colapsar con empresas que solo miran su retorno y no el daño ambiental que causan o empresas que minan la estructura política social de los países, que a la larga afectará todos los mercados, incluyendo los bursátiles.
Un aspecto fundamental son también los criterios de reorientar los directorios (el pilar de buen gobierno corporativo) hacia prácticas socialmente responsables por parte de las empresas; durante años se ha buscado que las corporaciones tengan una mirada de sensibilidad por el medio que la rodea. Esta cruzada estaba ligada a crear fundaciones asociadas a las corporaciones o a una mirada solo de donantes corporativos generosos; esto no ha logrado mucho en la reducción de las emisiones o el aumento de la temperatura global, mucho menos en reducir la corrupción o los cárteles corporativos.
La vanguardia de instrumentos ESG puede por fin impulsar a los directorios a cambiar sus criterios de desempeño, para lograr mejores resultados para sus accionistas, finalmente el retorno de los dueños es aún un criterio que rige las decisiones financieras de las firmas, pero ahora pueden alinearse completamente a la realidad mundial imperante.
Hay que entender además, que los accionistas y sus representantes en el directorio, persiguen ganar dinero, y a pesar de lo que señala Friedman (1970), estas conductas maximizadoras, podrán estar totalmente alejadas del rol social de la empresa, sin importar muchas veces los conflictos que desencadenan o los dilemas o costumbres éticas. La responsabilidad corporativa a veces no representa la responsabilidad social, simplemente porque las personas (accionistas en este caso) miran su propio interés antes que el social, inclusive si su propio interés es de alta generosidad con los demás; sus empresas podrían no comportarse igual, porque los fines en ambos casos son divergentes.
Entonces un sistema propicio para ganar dinero con rol social, como los instrumentos ESG, puede partir de las decisiones del directorio o por fuera del mismo (un ejemplo adicional, son los consumidores que eligen productos de empresas responsables). En el caso del mercado de capitales, ese es el rol actual de los formadores de precios, que crean estos ETF.
Para partir de los directorios, una buena idea es seguir los criterios de Broccardo, Hart y Zingales (2020) quienes señalan que la diversificación de los directorios (inclusivos en materia de género, por ejemplo, directores profesionales, directores de diversos países e idiomas, o directores variados en sus formas de pensar respecto del rol social individual o corporativo), puede conducir a políticas empresariales socialmente responsables, con una ventaja sobre las decisiones de dejar de comprar empresas (o vender estas acciones) en actividades controversiales o empresas “sucias”, entonces es más propicio un directorio que mediante el voto mejore la conducta empresarial, que la desinversión, esta decisión mejora a medida que los inversores son altamente diversificados.
Es allí donde los activos ESG dan una enorme ayuda, creando nuevos paradigmas y posibilidades, para los administradores de portafolios, que hoy inclusive promueven las denominadas inversiones verdes o las inversiones disruptivas, en por ejemplo: industrias de inteligencia artificial o nuevas energías renovables (los índices Kensho), en todos los casos, con un impacto social positivo y saludablemente sostenible en el largo plazo.