La difteria, una alerta epidemiológica
Cirujano Docente Clínica Quirúrgica.
Escuela de Medicina USAT
Esta enfermedad fue descrita por Hipócrates en el siglo V a. C., desde entonces se han producido muchas epidemias mortíferas en todo el mundo. En el siglo XIX mostró una terrible fuerza y se convirtió en la primera causa de mortalidad infantil en los países industrializados, la última gran epidemia se produjo en la ex Unión Soviética entre 1990 y 1996, cuando se reportaron aproximadamente 157.000 casos y más de 5.000 fallecidos; estas cifras se explican por: inmunización inadecuada de adultos y niños, reconocimiento tardío de la enfermedad y malas condiciones sociales.
El modo como se transmite esta bacteria es por aerosoles, por contacto con un paciente o portador y a través de gotitas respiratorias; el período de incubación es de 2 a 5 días y los síntomas son inespecíficos: decaimiento, anorexia, dolor de garganta y febrícula; los cuales son proporcionales a la cantidad de exotoxina que libera el Corynebacterium diphtheriae; esta, en contacto con la mucosa del tracto respiratorio, causa inflamación y necrosis con la consecuente formación de una pseudomembrana blanquecino grisácea, característica de esta enfermedad. La difteria es indistinguible de otras laringitis agudas, se presenta con frecuencia en los niños menores de 4 años y se manifiesta como una ronquera progresiva gradual, tos perruna y estridor, pudiendo evolucionar hacia la obstrucción laríngea y la muerte.
Las formas clínicas de presentación están en relación a la presencia de la pseudomembrana, siendo estas: nasal, faringo-amigdaliana, laringo-traqueal (difteria respiratoria), con menor frecuencia la piel (difteria cutánea) u otras localizaciones (conjuntiva, vagina) y mixtas. Una vez localizada la bacteria en la mucosa produce la exotoxina, esta se absorbe y se disemina en el cuerpo provocando daños en el corazón y el sistema nervioso.
El ser humano es el único reservorio conocido del Corynebacterium diphtheriae y en las zonas endémicas del planeta puede presentarse en portadores asintomáticos. El tratamiento de los casos diagnosticados consiste en la administración de la antitoxina de la difteria para neutralizar los efectos deletéreos de la toxina, así como antibióticos para destruir a las bacterias. La vacuna contra la difteria, desde que se desarrolló en 1923, se considera exitosa, puesto que ha logrado reducir en más del 90% el número de casos en todo el mundo. Además, gracias a los esfuerzos de los gobiernos en ampliar las coberturas, se anunció que para el año 2016 alrededor del 86% de la población mundial fue vacunada.
El primer caso, después de 20 años en Perú, se diagnosticó a una niña de cinco años que no había completado su esquema de vacunación, su deceso se produjo en el distrito de La Victoria, Lima. Las brigadas de investigación epidemiológica determinaron que tres personas cercanas a la niña dieron positivo a dicha enfermedad. Inmediatamente se decidió intervenir las zonas para aplicar una vacunación especial tipo barrido, así como disponer la vacunación masiva a nivel nacional. El 5 de noviembre del 2020, el Centro Nacional de Epidemiología de Perú declaró la alerta epidemiológica a nivel nacional por difteria, como consecuencia de la presentación de un segundo caso de muerte confirmada por esta enfermedad en Lima; se trató de una mujer de 69 años que vivía en el distrito San Martín de Porres.
Como consecuencia de la aparición del coronavirus muchas familias obviaron o retrasaron la vacunación de niños y adultos mayores; por lo que se hace imprescindible en estos momentos regularizar el esquema de vacunas de niños y gestantes, así como inmunizar a adultos y adultos mayores para evitar la reaparición de la difteria en nuestro país.