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La formación del abogado en el siglo XXI

Derecho

Por: Ana María Llanos Baltodano

En el Perú, el dos de abril se celebra el Día del Abogado, se conmemora en esta fecha en homenaje al nacimiento, en 1834, del ilustre jurista arequipeño: doctor Francisco García-Calderón Landa; autor del “Diccionario de la Legislación Peruana”, profesor de la Universidad Nacional San Agustín y de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, fue rector de esta última y, decano del Ilustre Colegio de Abogados de Lima.

La labor del abogado nació desde los inicios de la humanidad; actualmente, ejercer la abogacía se convierte en un gran reto para cientos de hombres y mujeres, que a través de los numerosos desafíos que muestra la modernidad se dedican a patrocinar, asistir y cumplir con las normas legales y  éticas necesarias para desempeñar esta importante función.

Es por ello que siempre es un reto reflexionar acerca de la formación profesional, especialmente si se trata de hacerlo alrededor de una profesión tan criticada como solicitada, tan demandante como gratificante, en resumen: la labor del abogado.

La globalización y, por lo tanto, la difusión del conocimiento, ha ge­nerado un movimiento social en el mundo entero. Ello obliga a que el Derecho Moderno se desarrolle en una rela­ción permanente con otras áreas o disciplinas y, por ende, que las tendencias académicas apunten a una relación interdisciplinaria; que conduce a diferentes profesionales a rela­cionarse día a día con el Derecho y, al inverso, a profesionales del Derecho a relacionarse con otras profesiones.

La interdisciplinariedad permite a los abogados complementar los conocimientos de lo jurídico y les brinda una visión holística de los problemas. Por ejemplo: el médico forense y el psiquiatra forense con el área del Derecho Penal; el ingeniero civil, el topógra­fo y el arquitecto, con el área del Derecho Civil; el biólogo y el ingeniero ambiental con el área del Derecho Ambiental; y el psicólogo y el filósofo con el área del Derecho Humanitario, entre otros.

Ahora, el Derecho se ha transformado, se percibe un cambio: del rol de litigio y la disputa, se ha convertido en una disciplina orientadora de mecanismos alternati­vos de solución de conflictos que previene y que no solo reacciona. Ello obliga a los profesionales en Derecho a exhibir nuevas competencias para aprender, para  hacer, para ser y, sobre todo, para convivir mejor.

Otro impacto del cambio que se viene explicando, se aprecia en los avances y descubrimien­tos que se están produciendo en genética humana y, han ocasionado modificaciones en los campos de la bioética y también del Derecho, debido a que gran parte de ellos afectan la dignidad de las personas; lo que genera la reflexión sobre su correcta protección y hace necesario analizar las consecuencias de la nueva genética sobre la sociedad.

Las posibles consecuencias de estos avances en la ciencia genética serían por citar algunos ejemplos: la pro­piedad de las células, el peligro de una nueva eugenesia, la discriminación por razones gené­ticas, el manejo de la información genética, los problemas derivados de la investigación sobre el genoma, la apropiación del material genético humano. Todo ello define retos en la formación de los nuevos pro­fesionales del Derecho.

En el contexto mundial, el Derecho se está transformando; así, se evidencian aspectos que van a determinar los nuevos paradigmas de la ciencia jurídica y con ello las nuevas tendencias que se asumen como retos para su estudio: la globalización, la justicia supranacional, los mecanismos alternativos de solución de conflictos, los descubrimientos en la Genética y sus implicaciones jurídicas, la protección del medio ambiente, los avances alrededor de las TIC y la infor­mática, y las relaciones comerciales transnacionales.

Todo lo anterior presupone nuevas formas y métodos para el estudio de la ciencia jurídica; por ello en las universidades más avanzadas de Europa y Amé­rica, se pone énfasis especial en ase­gurar, a sus egresados, competencias específicas para asumir con suficiencia los retos que impone el ejercicio de esta profesión.

Algunas universidades proponen cursos como inglés, impartiendo cá­tedras en este idioma, con el fin de asegurar una completa formación jurídica al salir del país; otras fomentan la movilidad de estudios y la participación en diferentes actividades de carácter internacional.

En general, se observa en las diferentes escue­las de Derecho una reforma de sus programas. En los últimos años se evidencian cambios: en los planes curriculares, las metodologías usadas para la formación, los objetivos de los programas, los perfiles pro­fesionales, pero especialmente los perfiles laborales de los egresados.

La formación del profesional del Derecho ya no es la de abogados li­tigantes; en estricto sentido el litigio está pasando a un segundo plano. El mundo está formando abogados conciliadores, asesores, profe­sionales con claridad sobre las necesi­dades jurídicas en la construcción de un nuevo orden mundial, que nos lleve a ser ciudadanos planetarios. Sigamos trabajando con arduo esfuerzo.

¡Feliz Día del Abogado!

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