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Lo que ocultan las palabras
Docente universitaria
Por eso, se oculta, se disfraza, se tergiversa el verdadero significado de las palabras con determinadas intenciones, especialmente, políticas e ideológicas. Así, desde los ámbitos académicos y periodísticos de EE. UU, se ha desarrollado la corriente del lenguaje políticamente correcto. “El lenguaje políticamente correcto acuña voces o expresiones –de uso habitual por parte de gobernantes, políticos y medios de comunicación– con el fin de desplazar a denominaciones juzgadas “incorrectas”: magrebí en vez de moro, usuario de sustancias adictivas en lugar de drogadicto, daños colaterales en lugar de víctimas civiles, captación puntual de agua en vez de trasvase de ríos, desaceleración económica en vez de crisis, invidente en vez de ciego, repatriación en vez de expulsión, limpieza étnica en vez de matanza racista, etc.(Martínez: 2008).
Un ejemplo de lo políticamente correcto es la frase: interrupción voluntaria del embarazo para referirse al aborto. Si nos detenemos en la significación de las palabras, se refleja una falsedad: no se interrumpe la vida, porque la interrupción implica una detención para luego proseguir su desarrollo. Cuando se efectúa el aborto, no se produce la interrupción de la vida, sino su eliminación definitiva. Asimismo, el empleo del adjetivo voluntaria, un uso fuertemente emotivo porque pretende conseguir su aceptación en los ciudadanos.
Otro ejemplo de las expresiones políticamente correctas es el vocablo género a partir de la ideología de género. El vocablo género, gramaticalmente hablando, designa algo en su distinción de masculino y femenino. Es un término cultural y arbitrario. De ahí, los vocablos clima, sustantivo de género masculino; mano, género femenino; tiburón es de género masculino, pero se puede referir a los dos sexos (tiburón hembra y tiburón macho). De ahí ha tomado la ideología de género para sustituir la palabra sexo por la de género. Según esa ideología, la identidad sexual de las personas es cultural, es decir, rechazan la naturaleza biológica y psicológica de las personas. Emplean los términos acordes a su ideología. En otras palabras, falsean la realidad.
Sin embargo, esa terminología falsa se va generalizando en todos los ámbitos: en documentos oficiales jurídicos, académicos, periodísticos. Así, se lee: Ley Orgánica de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo (2010), ley aprobada por el Parlamento español. En las encuestas empleadas en trabajos de investigación, para la identificación del encuestado, no se pregunta por el sexo de la persona, sino por el género. Igualmente, ocurre con la frase salud reproductiva para reemplazar la palabra verdadera: aborto. Con el amparo de leyes aprobatorias del aborto en diversos lugares, se establecen clínicas de salud reproductiva o clínicas IVE (interrupción voluntaria del embarazo) en vez de clínicas abortivas. De este modo, se va extendiendo el uso de vocablos ajenos a la realidad.
El lenguaje políticamente correcto se nutre de eufemismos, como los anotados. Los eufemismos son nociones adulteradas, tienden a edulcorar la realidad y a favorecer a los más diversos intereses. Son armas de manipulación empleadas para el cambio social. Pues se cree que cambiando las palabras cambiará la realidad, se eliminarán los problemas de la vida social: violencia doméstica, discriminación por sexo, raza, etc. Sin embargo, esa idea es falsa.
No obstante, esos eufemismos se van permeando en nuestra sociedad. Pero no solo son simples eufemismos, sino encierran una intención oculta: el cambio cultural de forma gradual. Se trata de deconstruir al ser humano mediante la destrucción de la bipolaridad entre los sexos, así como la destrucción de la familia. Es un proyecto global y largamente planificado fundamentado en la ideología de género. De ahí, el uso de terminología ambigua que afecta nuestro lenguaje, ocultando el verdadero sentido de las palabras.
Ante la aparición de ideologías foráneas, es apremiante el uso preciso del lenguaje para evitar confusiones o malentendidos y la impregnación de falsas y destructoras ideologías. Frenemos la mentira, el engaño, la manipulación del lenguaje y empleemos las palabras con su auténtico significado, que es estar en la verdad.