Pandemia Coronavirus, ¿una oportunidad para reivindicar a los adultos mayores?
Por: Dra. Sofía Lavado Huarcaya
Directora de Responsabilidad Social Universitaria USAT
En el marco de esta crisis sanitaria que el Perú y el mundo está experimentando, es inevitable mantenernos atentos a los medios de comunicación, y las noticias que recibimos, no solo enfocan el medio millón de personas que han sido infectadas y más de las 29,000 muertes (OMS) que al momento se han dado, sino también recibimos noticias inimaginables, que frente al colapso sanitario que esta epidemia está causando en China, Italia, España, se vive el dilema ético de “a quién salvar, y a quién no”. Proponiendo no dar prioridad a los pacientes mayores de 80 años con coronavirus.
Esta noticia causó gran impacto, indignación e hirió nuestra sensibilidad. La realidad es que, frente a esta pandemia, autoridades y sociedad en general hemos tomado mayor atención frente a este grupo etario, pues, de acuerdo al informe de China, como primer país afectado por esta pandemia, la mortalidad del virus aumenta con la edad. Las estadísticas se tornan más desalentadoras a la medida que los pacientes envejecen, en cuanto tienen entre 60-70 años la probabilidad de muerte es de 0.4%, mientras que aquellos con edad entre 70 y 80 años tienen 1,3% y los mayores de 80 años, su probabilidad de muerte es de 3,6%. A simple vista, no parece una probabilidad alta de morir, sin embargo, la experiencia de Italia donde el 83% de los que sucumben a la infección por COVID-19, tienen más de 60 años de edad (BBC News), o España, donde el 87.57% de defunciones -hasta el momento- corresponde, a personas con 70 años o más (Gobierno de España).
Los expertos señalan que este coronavirus es un patógeno muy serio para quien tiene más de 60 años. Y si continúa diseminándose, este grupo de adultos mayores -considerado el principal grupo vulnerable (OMS), debido a su sistema inmunológico más debilitado, continuará corriendo el riesgo de quedar enfermo y de sufrir las complicaciones más graves de la COVID-19; por lo tanto, la mejor opción es, evitar ser infectados. Es ahí, que gradualmente los diferentes países, han ido decretando el llamado confinamiento y distanciamiento social, como una forma de frenar la propagación de la COVID-19, una medida sin precedentes en el Perú y el mundo.
No cabe duda, que esta pandemia que se acelera a un ritmo exponencial, no solo nos está mostrando consecuencias económicas, políticas, sino también socio-familiares. El fomento de este referido confinamiento y distanciamiento social entre la población e incluso al interior de la misma familia, ha generado, una atención especial con nuestros adultos mayores, por ser considerados el grupo de mayor vulnerabilidad.
Si tomamos en consideración que en el Perú la población adulto mayor es alrededor del 12,4% y, de este universo, alrededor del 78% (INEI) presenta alguna condición de comorbilidad conexa o enfermedad crónica como hipertensión, diabetes, problemas coronarios u otros, entendemos el riesgo al que están expuestos. Aún más, si el 38.2% de adultos mayores viven completamente solos, (INEI) comprendemos que la situación se agrava frente a esta realidad de la pandemia coronavirus, y es preciso (re)pensar en cuán cercano o distante estamos de nuestros padres, adultos de la familia o de la sociedad en general.
Si bien es cierto, la aproximación física no es recomendada en este momento, eso, no debe representar el aislamiento total de las personas. Distancia física, no significa distancia social. Al contrario, en este momento de crisis precisamos de una mayor solidaridad, empatía familiar, y conciencia social, para asumir nuestro compromiso de fomentar la inclusión, las relaciones sociales y las redes de protección con nuestros adultos mayores.
No podemos, ni los vamos a dejar solos. Todos debemos regularmente acompañar cómo están nuestros padres, vecinos, amigos o parientes de edad avanzada, incluso, la tecnología pasa a ser un gran aliado en este momento. No importa los medios, lo importante es que sepan y sientan cuanto los amamos y valoramos. En estas circunstancias, la familia y personas próximas tenemos un papel fundamental en las acciones de apoyo que visan a disminuir el aislamiento personal en el que puedan estar algunas personas mayores y disminuir también, los impactos de esta pandemia en este grupo de personas.
No esperemos vivir las trágicas experiencias de los países europeos, frente a la muerte de sus adultos mayores, apostemos por la prevención y cuidado, conociendo las prácticas más recomendadas para favorecer su salud física, emocional y espiritual.
Finalmente, nadie duda que la pandemia del nuevo coronavirus está imponiendo una serie de restricciones y nuevas configuraciones sociales. Nos está quitando mucho, pero también nos está dando la oportunidad de construir una mejor relación con nuestros adultos mayores, de (sobre)vivir juntos esta experiencia, superando diferencias y estereotipos que marcan nuestras relaciones. Apostemos por una cultura de fraternidad y respeto que les asegure una vejez digna. Son tiempos difíciles, pero si logramos revertirlas a favor de una sana convivencia familiar y social con nuestros adultos mayores, esta explosión viral, al menos habrá servido para algo.