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Articulos Opinión

Pandemia de microcines

Por: Mauricio Burstein Balmaceda
Docente del curso Producción Audiovisual
Escuela de Comunicación USAT

El final del 2019 nos demostraba que la discusión sobre las no tan nuevas formas de consumo audiovisual recién arranca. Por una parte, la reputada revista Cahiers du Cinema anunció a la tercera temporada de Twin Peaks (David Lynch, 2017) como la mejor película de la década a pesar de ser una serie –o parte de ella-. Por otra parte, Martin Scorsese declaraba que las taquilleras películas de Marvel no deberían ser consideradas cine por sostenerse únicamente en efectos de computadora y elencos multimillonarios. Finalmente, Netflix compraba y recuperaba un legendario cine en Nueva York para el estreno de su film A Marriage Story (Noah Baumbach, 2019), producción lanzada a la par en su popular plataforma. Sin embargo, toda esta discusión no adelantaba que el cambio más radical en la tendencia en el consumo audiovisual se iba a producir por una razón completamente distinta.

Este artículo llega a días de la reapertura de las salas de cine desde el inicio del estado de emergencia por el Covid-19. Aún es muy temprano para saber si se formarán colas para ingresar, si prevalecerán las ganas de estar frente a la pantalla grande o la moderación por razones sanitarias. Lo cierto es que hemos encontrado formas de suplir la gran pantalla. Formas no tan nuevas pero que han agarrado fuerza por dos factores: el potencial contagio y, sobre todo, el tiempo obligado en casa por la cuarentena.

Como todo en la vida –y en la internet-, hay para todo gusto y bolsillo: Desde películas completas en Facebook Watch que solo requieren de una conexión a internet por ser completamente gratuito, pero con un catálogo pequeñísimo (y extrañísimo) hasta el popularísimo Netflix con un costo mensual de S/. 34.9 y evidentemente un catálogo amplio, especializado y un motor de búsqueda inteligentísimo que es un verdadero generador de adicciones.

Sin embargo, en medio quedan las opciones más interesantes tanto por el costo como por la oferta. Muy popular en estos días Disney+ ha entrado con fuerza llenando de publicidad nuestros feeds. La pandemia se ha vuelto el momento ideal para que esta plataforma ingrese con fuerza a Latinoamérica y la ha aprovechado luego del revés que representó el no poder proyectar en salas Mulán (Niki Caro, 2020), versión live action de la cinta animada, explotada como exclusividad de Disney+. Más allá del catálogo, que bien explorado presenta cosas interesantes, el pagar S/. 25.9 no suena tan mal.

En el otro extremo, apostando por cualquier cosa menos por la exclusividad, están las plataformas que navegan entre la ilegalidad y la grandiosa popularidad. Considerados por su público como verdaderos mártires de la cultura, existen espacios para cine clásico, independiente, documental, silente, anime y las categorías y subcategorías siguen. Lo cierto es que mucho de este material no es explotado por ser, en teoría, carentes de popularidad. Pero quienes encontramos esa película de la que escuchamos hablar alguna vez o descubrimos rarezas de otro espacio y tiempo damos gracias y lo único que pedimos es tiempo para más. La única alternativa legal a esto –muy limitada en títulos- podría ser MUBI (S/. 17.9), un esfuerzo por llevar cine independiente y europeo a la experiencia Netflix y el codiciado Criterion Channel, canal web de la distribuidora Criterion que se dedica a restaurar el mejor cine del mundo pero que, lamentablemente, solo está disponible para E.E.U.U. y Canadá.

Esperemos que la vacuna y la inmunidad de rebaño permita recuperar la experiencia colectiva del cine, algo lindo pero mermado con la limitada oferta en salas de los últimos años. He ahí otra pandemia a combatir.

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