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Prejuicios y preguntas al investigar

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Por: Dra. Mirtha Flor Cervera Vallejos

En mi experiencia de vida profesional compartida de cerca con estudiantes de pre y post grado, al estar en los últimos ciclos, siempre había en todos cierta irresolución para decidir qué tema investigar. E incluso cuando ya se tomaba la decisión sobre el tema a trabajar, surgían nuevos impedimentos como “no encuentro antecedentes”; “tenemos exceso de tareas y no hay tiempo”, “el asesor no nos contesta el correo para la cita”, “la asesora nos dice que falta algo pero no nos enseña en qué”… en fin, una serie de justificaciones que funcionan de manera negativa, que si fueran dejadas a libre albedrío de los estudiantes nunca hubieran logrado graduarse y  visibilizar los nuevos conocimientos en artículos científicos.

Una colega, muy optimista por cierto, me contaba algo que puede parecer jocoso pero de alguna manera cierto; me decía que para tomar decisiones en determinada área tenemos que investigar todas sus dimensiones e indicadores, pero que eso es gestión no investigación. La investigación me decía es rigurosa, comprometida, íntegra, ética, responsable, esforzada, temporal, sistémica, lógica. Sentí que le faltaba la respiración de tantas características que mencionaba y que por cierto corresponden a lo profundo de la investigación. Particularmente pienso que la investigación requiere muchas preguntas que exigen numerosas respuestas y que solo algunas de ellas serán más fundamentadas que otras, por eso todo investigador es curioso. Ahora entiendo por qué los estudiantes a veces se desaniman al no entender el esfuerzo y perseverancia que exige investigar con seriedad y terminar lo que un día se empezó.

Entonces ¿cómo animamos y cómo nos animamos a continuar investigando? La respuesta la encontré en otro excelente profesor de esos que son extraordinarios por su integridad y publicaciones, quien decía que para investigar se debe partir de buenas ideas, el dinero es importante pero no fundamental para investigar, hay que revolucionar la mente para que emerjan ideas innovadoras que nos permitan organizar una investigación.

Unas ideas útiles para romper paradigmas negativos están basadas en las explicaciones de Bain, K[1]. dirigidas para los estudiantes en general y con el propósito que los prejuicios no actúen como obstáculos a lo que nosotros queremos enseñar. La cual consiste en desafiar intelectualmente a nuestros estudiantes, aspectos que también debemos asumir y  exigirnos a:

  • Enfrentarse a una situación en la que el modelo mental no funciona.
  • Asegurarse de que funciona lo suficientemente mal como para que exija una revisión-.Qué problemas acarrea pensar con determinadas creencias.
  • Ser capaces de manejar el trauma emocional que puede acompañar el desafío de creencias mantenidas durante mucho tiempo. No se trata de hacer ver los errores de un planteamiento y corregirlos, sino de ayudar a que sean los propios alumnos, quienes ofrezcan las alternativas a sus posiciones.
  • El desafío intelectual se consigue fundamentalmente a través de preguntas

Otra interrogante que surge es ¿porque los profesores no investigamos? y ¿Por qué a todo lo que nosotros nos parece según opinión personal le llamamos investigación científica? La respuesta la encontramos también en Bain, quien argumenta:

“La gente aprende mejor cuando responde a una pregunta importante que realmente tiene interés en responder, cuando persigue un objetivo que quiere alcanzar. Las preguntas ayudan a proponer un contexto rico en problemas y relaciones que hace que nuestra disciplina no se convierta en un conjunto de verdades indiscutibles que sólo el profesor conoce y que el alumno ha de tratar eficazmente de recolectar en sus apuntes para luego reproducirlo en un examen. Las preguntas desempeñan un papel esencial en el proceso de aprendizaje y en la modificación de los modelos mentales. Las preguntas nos ayudan a construir conocimiento. Cuando podemos estimular con éxito a nuestros estudiantes a que se formulen sus propias preguntas, estamos justo en la base del aprendizaje”.

Las afirmaciones del autor nos motivan a descubrir respuestas en nosotros mismos para averiguar la debilidad que nos domina en investigación, y al descubrirla la transformemos en baluarte de acción eficaz, permitiéndonos organizarnos, ser veraces con nosotros mismos, anhelar aprender más cada día, y lo aprendido transformarlo en conocimiento nuevo al aplicarlo, enseñándolo además para que sea descubierto y no sólo trasmitir la información descubierta… guiar a los estudiantes de tal manera que todos quedemos comprometidos con las actividades intelectuales del saber superior, cumbre de lo que el profesor enseña, y luego lo hace avanzar con su propio trabajo, tras la  búsqueda de la verdad[2].

Además, la investigación científica  sea de pre-grado o post grado tiene un cauce, una estructura de todo su proceso en conjunto y no sólo en los métodos, aspectos que  conocemos teóricamente pero muchas veces no lo evidenciamos en la práctica y si no se evidencia con rigurosidad,  no somos buenos investigadores. Se requiere con el proceso mental de cuestionarnos y hacernos preguntas que visionen la gran preocupación por los beneficios intelectuales, la ética, así como todos los aspectos técnicos que la enrolan.

Finalmente, les cuestiono con la pregunta con que Bain me ha cuestionado a mí y a todos sus lectores ¿Qué promesas intelectuales puedes hacer a tus alumnos?, diría también ¿Qué promesas intelectuales nos podemos hacer a nosotros mismos para desarrollarnos con autenticidad en la investigación científica?

 

[1] Bain K. (2007). Lo que hacen los mejores profesores universitarios. Publicaciones Universidad de Valencia. Valencia.

[2] Polo, L. (2014). El Profesor Universitario.2da ed. UDEP. Piura.

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