¿Reactivación?: Una mirada a Lambayeque
Docente de la Escuela de Economía
En esta última materia, los datos aún escasean, pero podemos aproximarnos a la dinámica económica regional. Primero el crédito total (BCRP) pasó de crecer 5% interanual en enero 2020 a sólo 1% en abril 2020, sin embargo la variación mensual fue de -1% en marzo y -1% abril, ello indica que la dinámica económica está bastante restringida.
En materia de energía eléctrica, la demanda regional cayó en -2.75% interanual en abril y se profundizó en mayo con -7.96% interanual (COES), reflejando que la economía local está lejos de recuperarse por el lado de la oferta. El panorama se completa con la inflación en Chiclayo, que fue de 0% mensual en mayo y -0.4% mensual en junio (INEI), la demanda tampoco se estaría recuperando en el corto plazo.
Otro aspecto importante es el empleo, en datos de la ENAHO (INEI) para el primer trimestre del 2020 respecto a similar período en el 2019 (únicos datos disponibles), ya se evidencian los impactos del Covid. Empezamos con la tasa de ocupación general, que pasó de 68.02% a 65.49%, esta caída se trasladó al sector informal, donde el empleo de este tipo pasó de 77.4% a 81.3%.
Los ingresos promedio en el sector formal aun no sufrían mayor variación en el primer trimestre incluso crecieron 1.3%. Sin embargo el salario informal cayó 24% y los ingresos del independiente cayeron 8%. La destrucción de empleos ya empezaba, los asalariados perdían rápidamente empleo y migraban a ser independientes dentro del mismo sector informal, ya que el empleo en el sector formal se mantuvo casi invariable en su participación; pues fue 25% en el 2019 y pasó a 26% en el primer trimestre del 2020.
Para un análisis microeconómico, usaremos la estructura sectorial derivada de la masa trabajadora reportada en la ENAHO, hemos seleccionado los principales sectores económicos al primer trimestre del 2019 y comparado su evolución al 2020.
Primero, en materia del empleo total, 20 sectores representaron el 61% de la economía regional en el 2019 y cayeron a 55% en el 2020, el efecto Covid empieza así a manifestarse. La Fig. 1, evidencia las reducciones de algunos sectores producto de la menor dinámica (los cambios aún son parcialmente a causa del Covid).
Así sectores como agropecuario general, restaurantes, venta minorista diversa y apoyo agrícola; tienen caídas de 0.82 a 2 puntos porcentuales en su aporte al producto regional. En menor medida ya caen algunos servicios como educación y jurídico, con -0.1 a -0.6 puntos porcentuales en su participación regional.
Aún no se veían los efectos del Covid en sectores como construcción o transportes, al menos en la estructura del empleo sectorial general.
Una segunda mirada es la dinámica del empleo intra sectorial formal, la Fig. 2 evidencia estos cambios. En este caso, las actividades formales principales, son 15 y reflejan una caída en su participación de 40.8% en el 2019 a 32.8% en el 2020
Es interesante notar, que los sectores comienzan a reducir su empleo formal, este cayó por ejemplo, en el sector transportes y otros rubros del sector servicios: restaurantes, educación (incluso el sector público) y el sector de apoyo legal jurídico.
En el rubro agrícola, el empleo formal también se redujo, pero muchas actividades agrarias tienen ciclos estacionales, de modo que el efecto Covid es bastante difuso, sin embargo ya se evidencian los impactos en los demás sectores.
Es interesante que los sectores que mejoraron sus condiciones en el lado formal, fueron la venta de alimentos y ventas minoristas (abarrotes en bodegas y mercados), que incluso demandaron más empleo formal, esto producto de la mayor demanda inicial de alimentos al iniciar la cuarentena, en este caso debería evidenciarse normalidad en el siguiente trimestre.
Finalmente, la dinámica del empleo informal, se puede ver en la Fig. 3. Así los 20 principales sectores cayeron en su participación en la estructura productiva de 68.2% a 63.3% interanual.
A nivel intra sectores, se evidencia que la mayor parte de ellos tuvieron caídas en sus niveles de empleo, el Covid tuvo efectos negativos más sistémicos en el caso informal que en el formal, explicado así la caída del empleo total de los principales sectores.
En el caso urbano, los sectores que migraron más rápido al rubro informal fueron: transporte, construcción y algunos servicios. En estos casos, el Covid alteró la estructura del empleo, lo precarizó, pero aún se sostuvo la actividad. Sin embargo estos efectos deben ahondarse en el segundo trimestre con mayor precariedad o salida del mercado laboral.
En el caso rural las actividades primarias agrícolas, excepto la crianza de cerdos, avícolas y cereales, tuvieron caída del empleo informal, la mayor demanda de alimentos aun sostiene al sector, pero esta dinámica debe estabilizarse a corto plazo, lo bueno es que esto podría indicar menos caída de los ingresos en el sector rural, producto del Covid.
Finalmente, para pensar en la reactivación económica, hay que enfocarse más en el lado urbano, sectores que no han caído pero se han informalizado, pueden ser una respuesta rápida de política (recordemos que los indicadores señalan caídas que siguen profundizándose a corto plazo) como manufactura de confecciones, comercio, construcción y transporte.
La ayuda estatal debería llegar por las compras de confecciones para el sector salud, de brindar mejoras al ingreso del transporte (tanto usuarios como empresarios) y gastar de modo rápido en obras civiles o infraestructura pequeña pero relevante. La reconfiguración o modificación presupuestal se hace una obligatoriedad de corto plazo (incluyendo el uso de saldos de balance), lo cual requiere una gestión pública de mayor impacto. Esto debido a que los indicadores a Julio, señalan un presupuesto de inversiones del gobierno regional ejecutado en sólo 31% (dada la liberación de actividades esto debería acelerarse) y en el caso de municipalidades apenas llega a 10% (MEF), es hora de mirar obras que tengan impacto en el empleo rápidamente.
En materia de acciones focalizadas locales; la política pública podría gastar dinero en tener mercados en buenas condiciones de salubridad, señalización y control, dotar de equipamiento de bioseguridad a los comerciantes y sus trabajadores (inclusive se debe añadir el reparto diario de mascarillas a transeúntes), brindar soporte para enfrentar la exigencia normativa para la apertura de negocios facilitando y no obstruyendo la actividad con más normas o resoluciones municipales; estas medidas pueden ayudar a que el empleo no se precarice más y las actividades por ahora de sostén, puedan ayudar a otras intra sectorialmente.
Los datos aún escasos muestran una realidad complicada, con señales de alto estrés de oferta y demanda, así como una reconfiguración laboral peligrosamente precaria. En una economía regional sin canon, la apuesta por la coordinación público privada es crucial, podemos exigirle al gobierno regional brigadas de salud pública que ataquen la pandemia a nivel de hogares, lo que requiere nuevamente, mejorar la gestión; puesto que el gasto asignado por Covid exclusivamente para la región -S/31 millones- fue ejecutado en 55% algo preocupante pues los municipios llevan ejecutado 68% de sus S/14 millones asignados; sólo las municipalidades de Túcume (42%), Chiclayo (51%) y Lambayeque (25%) tienen peor desempeño que el Gobierno Regional (MEF).
También es indispensable, exigirles a los gremios empresariales locales, una mayor voz para atraer el crédito al mercado regional y tener además una gran capacidad de soporte que ayude a la microempresa -desbordada actualmente por la restricción de fondos- al menos, con las exigencias protocolares del estado, para su rápida reapertura; pero teniendo en cuenta que el Covid y sus efectos, seguirán siendo parte del escenario de mediano plazo, lo que exige empresas responsables y gremios que ayuden al empresariado a mitigar la pandemia en el entorno laboral.