Acoger y defender la vida, misión de la Enfermería
Por: Dra. Mirtha Cervera
La enfermería es una profesión que exige alta sensibilidad humana, pues tiene por misión proveer atención en la salud de las personas, familias y a la comunidad en todos los ciclos de la vida y proceso de desarrollo; implicando además, una atención culturalmente apropiada orientada a resultados: el bienestar cada vez mayor de la persona. Bienestar que se inicia al acoger, cuidar y defender la vida de un ser vulnerable en el vientre materno, de la persona que en el tiempo va creciendo y desarrollándose hasta concluir su existencia de manera natural junto a la familia y cuidado por la enfermera.
Pero ¿Qué es cuidado? Teorías como las propuestas por Watson y Waldow asumen que el cuidado es para la enfermería su razón moral. No es solo un procedimiento o una acción, lleva consigo una respuesta personal, incluyendo valores, un deseo y una promesa de cuidar así como conocimientos, acciones de atención, y consecuencias; donde se encuentran implícitos el respeto, consideración, gentileza, atención, cariño, solidaridad, interés, compasión, entre otros.
Por tanto, la acción de cuidar requiere no solo de la excelencia personal y profesional de enfermería, sino además el reconocimiento de la verdad del ser cuidado, sobre todo de la persona enferma. Y cuidar al enfermo quiere decir ocuparse de los momentos en que atraviesa una fase difícil y a menudo crítica de su vida. Él sufre no solo en la dimensión física de su cuerpo, sino también en la dimensión psíquica, es decir, del alma. Por ello, no es suficiente que en el proceso de cuidado las enfermeras se concentren exclusivamente en el aspecto físico de dolor, ignorando lo que el enfermo vive en lo profundo de su ánimo; sino que deben estar muy bien preparadas para brindar cuidado holístico, humano, salud y calidad de vida incluyendo la enseñanza si o si del sentido trascendental del dolor y sufrimiento.
De esta manera la atención brindada ayudará al enfermo como explica Watson a aumentar su armonía dentro de la mente, del cuerpo y del alma, para generar procesos de conocimiento de sí mismo. Desde este punto de vista, el cuidado no solo requiere que la enfermera sea científica, académica y clínica, sino también, un agente humanitario y moral, como copartícipe en las transacciones de cuidados humanos.
En estas transacciones aportará AFECTO, evidenciado y demostrado cuando habla al enfermo en un tono de voz moderado, adoptando una postura abierta y relajada, con expresiones faciales coherentes con el contexto comunicativo, usa su empatía para comprender sus percepciones y sentimientos, así como la capacidad para comunicarle esta comprensión a través del amor con frecuencia subestimado y que, sin embargo, es la piedra angular de la verdadera humanidad y de la misión enfermera; puesto que el cuidado humano como ideal moral trasciende el acto y va más allá de la acción de enfermería.
Por ello, cuando no se es capaz de donar amor a los enfermos, se comete muchas veces el error de compararlo con los demás, enumerarlo en una determinada patología, creer que “no necesitamos saber más porque los casos son similares”, cometiendo la falta de reducirlo a su enfermedad y centrar las acciones en esta, lo primordial “salvarle la vida”, quedando a un segundo plano aquellas otras características que realzan su valor ontológico, su dignidad.
Igualmente, de todas las actividades de cuidado que realiza enfermería, algunas de ellas pueden no estar acorde con la dignidad del ser cuidado si las ejecutan sin sentido, por cumplir o por obligación, cayendo en la rutina y considerando solo la racionalidad técnica y el enfoque biomédico; es allí, donde la persona pierde su valor y se convierte en un algo. Por el contario personalizar a través del cuidado, implica un nivel más alto: el espíritu de la persona y la trascendencia de “alguien”.
En este sentido, a pesar del interés del profesional de enfermería en reflexionar su quehacer diario desde una perspectiva ontológica y epistémica, es necesario evitar que existan algunas prácticas de despersonalización que instrumentalizan a la persona en cualquier servicio hospitalario, centros de salud o comunidad donde labora.
Y es que, enfermería es una actividad humana que exige relación de ayuda marcada por el dinamismo y la preocupación por los demás, relación en cuyo interior, la enfermera ayuda a la persona a alcanzar y conservar el mejor estado de salud. Por ello, a partir de la práctica misma de enfermería es necesario buscar y construir aquellas acciones que personalizan o que se acercan a ello. Cambiaremos la actual enfermería si cada enfermera se propone metas altas de cambio y renovación, especialmente en el modo de cuidar a la persona enferma, atendiéndola y entendiéndola integralmente.
Desde esta visión debemos cada día actualizar y enriquecer el conocimiento enfermero, fortaleciendo así la ciencia de enfermería. De tal manera que rejuvenezcamos las bases para la teoría y la práctica del cuidado humano cuyas bases profundas son el amor, quien ama no se queja, por el contrario ofrece nuevas orientaciones para adaptarla a las exigencias que reclama la actual situación de salud de la población.