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San Pedro y San Pablo
Facultad de Humanidades
Simón, hijo de Jonás y hermano de Andrés, fue el primero entre los discípulos que confesó a Cristo como Hijo de Dios vivo, y por ello fue llamado Pedro. Pablo, apóstol de los gentiles, predicó a Cristo crucificado a judíos y griegos. Los dos, con la fuerza de la fe y el amor a Jesucristo, anunciaron el Evangelio en la ciudad de Roma donde, en tiempo del emperador Nerón, ambos sufrieron el martirio: Pedro, como narra la tradición, crucificado cabeza abajo y sepultado en el Vaticano, cerca de la vía triunfal, y Pablo, degollado y enterrado en la fía Ostiense (Cfr. Martirologio Romano, p. 361)
Celebrar la festividad de San Pedro y San Pablo constituye para el fiel creyente un motivo para dar gracias a Dios por habernos regalado a estos dos santos apóstoles, quienes fueron testigos coherentes del Evangelio hasta dar su vida por amor a Cristo. Asimismo, es importante recordar a estos hombres de Dios, porque recordándoles reconocemos que la providencia divina es sabia, y ha querido establecer en la Iglesia como notas características, el ministerio Petrino, y el afán evangelizador, es decir, la misión de hacer llegar la salvación a todo hombre y a todos los hombres.
Esta Solemnidad ha encontrado una poderosa resonancia en la piedad popular, fuerza y tesoro de la Iglesia peruana y Lambayecana. La devoción del pueblo a Pedro y Pablo, columnas de la Iglesia, está muy arraigada en nuestra localidad. Y esto se debe a la religiosidad del creyente, pero también a la evangelización de los primeros misioneros que al igual que estos Apóstoles dejaron su vida por dar a conocer el Evangelio de Cristo.