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Articulos Familia y Sociedad matrimonio y familia

Un modelo para fortalecer la vida en familia

Con frecuencia elegimos momentos especiales para hablar de personas o instituciones que han formado parte de una experiencia significativa en nuestras vidas. Se expresa alegría y agradecimiento y se reconoce lo importante que es para el bien de la sociedad.

Detrás de todo lo experimentado existe una mirada generosa de quienes quieren vernos felices, personas motivadas por el amor cristiano, pues permanecen en el amor de Aquel que les ha enviado a hacer el bien. Gracias a que estas experiencias se comparten de una generación a otra, verbalmente o por escrito, podemos asumir buenas prácticas de convivencia en un hogar.

Estas prácticas, llenas de profunda espiritualidad, consisten en fortalecer vínculos, entrenar habilidades, ejercitar gratitud, aprender a discernir, experimentar el perdón, tomar conciencia de los errores, reformular planes y celebrar la vida. Concretamente, vivir en una familia: un proyecto de vida que no se ha descubierto o redescubierto plenamente en algunas personas.

Estar disponibles es la primera práctica en familia. Esto supone generar un sentido de equipo, tener una actitud de participación y un espíritu de servicio, donde cada punto de vista mira un objetivo en común en unidad y solidaridad.

Ser agradecidos, es otra práctica para descubrir la esperanza y contemplar la belleza de la familia, recorriendo su historia y mirando cómo cada integrante ha puesto con alegría, parte de su vida para que la vida del otro ser realice.

Otro ejercicio es describir qué cosas han funcionado hasta ahora: ¿la comunicación, la protección, el servicio, la justicia, la transparencia? Y descubrir cuál es la fortaleza, lo que nos caracteriza.
Observar las libertades, como una forma de revisar el desarrollo de cada integrante y la forma cómo ha contribuido a la unidad familiar.
Compartir las decisiones, para reflexionar cómo se delibera cuando se tienen que asumir retos o saber lo que está pasando.

Tomar conciencia de las heridas que ocasionan las malas decisiones y aprender de ellas. Saber que el fracaso es parte de la vida y que no debemos temerle, pues el hombre está hecho para superar las adversidades.

Reconciliarnos, para dar sentido de trascendencia al otro, basado en el perdón continuo; sabiendo, además, que valorar la dignidad del prójimo nos caracteriza como seres humanos.
Finalmente, buena práctica es, revisar el proyecto de familia a la luz de lo aprendido para “dejar escuela” o reformular lo planteado.

Todos estos aspectos, recogidos por Fernando Vidal, director del Instituto Universitario de la Familia de la Universidad Pontificia Comillas, en su libro “El Reloj de la Familia”, son un modelo para vivir la alegría del amor que propone el Santo Padre Francisco.

Finalmente, es propicio el momento para expresar agradecimiento a Dios por tanto bien recibido, por los diez años del Instituto de Ciencias para el Matrimonio y la Familia de la USAT. A través de este, siempre tendremos espacios para renovar votos matrimoniales, compartir la eucaristía, fortalecer la educación de los hijos, crecer en la caridad, en el apostolado y sobre todo, enfrentar desafíos y propuestas que atentan contra la integridad familiar.

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