Un planeta de todos
Responsabilidad Social Universitaria – USAT
Este lugar representa nuestro hábitat y nuestro entorno al mismo tiempo. Utilizamos la tierra como territorio, como espacio para vivir y desarrollarnos, en ella colocamos nuestras casas y también realizamos nuestras actividades productivas. Utilizamos la tierra como fuente de recursos para construir nuestras casas y para desarrollar los medios de producción que dan lugar a nuestro desempeño económico.
Como seres humanos somos sujetos creadores de cultura, una cultura basada en la fe, nuestro sistema de creencias, y ello nos sujeta a una conducta de reciprocidad para con nuestros semejantes en dos dimensiones: la humana, donde se encuentran las generaciones futuras, que nos reemplazarán y harán uso de la tierra, así como aquellos que nos rodean y a quienes por justicia debemos proveer condiciones de vida adecuadas, tanto como la de que aquellos que están por nacer tienen derecho a disfrutar.
En la otra dimensión están los seres vivos, plantas y animales, proveedores de nuestra subsistencia, los alimentos; pero al mismo tiempo objeto de estudio y disfrute. Estos forman parte de la biósfera, junto con el aire, el agua y el suelo regulan los procesos básicos para la existencia e condiciones adecuadas en el planeta y que mantenga su productividad, capacidad de acogida y regeneración ante los cambios.
Cada año se pierden hectáreas de terrenos productivos, desaparecen especies de animales, las condiciones climáticas se hacen extremas, se pierde disponibilidad de acceso al agua; entre otros aspectos son reflejo de la depredación de la humanidad sobre los recursos, de la falta de responsabilidad para con nuestros desechos.
Según el Informe de Planeta Vivo – 2016 del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés) reporta que el Índice Planeta Vivo muestra un descenso del 58% entre 1970 y 2012, con grandes pérdidas en ambientes de agua dulce. Si persiste la tendencia actual, en 2020, las poblaciones de vertebrados habrán menguado, en promedio, 67% con respecto a 1970.
Asimismo, que la presión humana creciente amenaza los recursos naturales de los que depende la humanidad e incrementa el riesgo de la inseguridad alimentaria e hídrica y de la competencia por los recursos naturales. Estos sistemas interactúan, así que debemos conservarlos para sostener el bienestar humano. Los impactos globales y los riesgos que suponen para los seres humanos ya son evidentes en el cambio climático, la integridad de la biósfera, los flujos bioquímicos y el cambio en el sistema de la tierra.
Por ello, debemos asumir diferentes roles como ciudadano ambientalmente responsable. Las tomas de decisiones abarcan desde las más complejas realizadas a nivel gobierno, para regular los impactos ambientales; hasta el ciudadano común que deberá internalizar la problemática ambiental y empezar a regular sus hábitos de consumo.
Un prerrequisito para reducir las presiones humanas y sus causas es comprender el carácter de la toma de decisiones que produce la degradación ambiental, social y ecológica. Entender a la Tierra como un sistema puede ayudar a determinar las causas fundamentales del comportamiento humano que generan los patrones de consumo insostenible, los patrones de producción destructiva, las estructuras de gobernanza disfuncionales y la planeación económica focalizada en el corto plazo.
Ante la falta de concientización, la pregunta de cómo organizarnos para el cuidado y conservación de la tierra, ha sido algo repetitivo. En los últimos años parecería ser que hay que salvar al planeta, cuando la verdad es que, de momento, no existe ningún otro que podamos utilizar de igual forma. Otro aspecto de la degradación ambiental que sufrimos es que parece que no damos cuenta que la principal especie en extinción es la nuestra. Entonces cabe pasar a la acción y para ello reconocer que nuestros hábitos de consumo son la principal fuente de degradación. Ejercemos presión sobre los recursos y el entorno en la medida que exigimos nuevos bienes y formas de consumir.
En ese sentido, alineado a la exhortación apostólica de S. S. Francisco: Laudato Sí, debemos procurar un desarrollo armónico de la humanidad. Templanza, humildad, caridad, justicia, prudencia, fortaleza; son virtudes en que debemos apoyarnos para gestionar el tema ambiental en casa, en el trabajo, en la localidad, como país.
“Necesitamos fortalecer la conciencia de que somos una sola familia humana. No hay fronteras ni barreras políticas o sociales que nos permitan aislarnos, y por eso mismo tampoco hay espacio para la globalización de la indiferencia.” (52) Laudato Sí. El cuidado de casa común. SS. Francisco.