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Una mirada a la economía desde la depresiva tasa de interés global
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Docente de la Escuela de Economía
En el juego de la oportunidad, las economías latinoamericanas, sobre todo las deficitarias, encuentran un mercado de deuda global a bajas tasas de interés (inclusive en muchos países europeos o asiáticos estas tasas son negativas), lo que implica una oportunidad de financiar inversiones a largo plazo con perfiles de deuda manejables.
No obstante, dicha oportunidad se estrella con las políticas económicas internas y la escasa sostenibilidad de las cuentas fiscales, así Argentina por ejemplo, de la mano de su abultada deuda con el FMI, no podría aprovechar mayormente ese panorama global.
Distinto es el caso de Chile, Perú o Colombia, los anuncios de nuevo gasto fiscal en estos países a partir de diversas demandas sociales, se alinean con un mercado de deuda soberana favorable, con tasas atractivas y mucha demanda de los fondos globales de inversión.
A pesar de esta ventaja; no hay que perder de vista un aspecto crucial: la rentabilidad de las inversiones públicas o del gasto mismo financiado con esa deuda “barata”. Por más que los gobiernos consigan fondos, no se pueden soslayar los riesgos de las inversiones y de la mínima productividad que deben conseguir. Así por ejemplo en Perú, recurrir a la deuda soberana para cubrir los déficits de Petroperú en sus planes de expansión, no suena a buen negocio a largo plazo. También usar la deuda en gastos puramente corrientes (como sostener salarios públicos o subsidios de mayor escala) podría ser un juego peligroso si estos fondos no se recuperan con la productividad que la economía debe generar.
Así una economía que se endeuda en la parte fiscal, apostando a la permanencia de bajas tasas de interés, podrá enfrentar los ciclos económicos que en algún momento se invertirán, cuando la productividad generada por esa deuda, termina en recaudación tributaria, lo que luego será el principal soporte económico, para salir del ciclo negativo.
Esto nos lleva a preguntarnos como país, ¿cuánto de la deuda que asume este gobierno y los previos, han logrado impactar en la productividad o en la tasa de crecimiento del producto potencial? pues muy poco. Lo que se configura entonces, es una bomba de tiempo. La deuda que asumen los gobiernos, como este, debería dirigirse a crear complementariedades con el sector productivo, de lo contrario la sostenibilidad fiscal se debilita paulatinamente.
Un riesgo adicional en el actual contexto global, es el exceso de deuda corporativa (incentivada por la baja tasa global de interés) con menores rentabilidades promedio, lo que implica potenciales problemas de solvencia en el mundo privado, que tarde o temprano alcanzará a los gestores fiscales.
Por ello, un mejor uso de la deuda soberana termina siendo una obligación en economías como la peruana, con una escasa dinámica de productividad, pero con un favorable espacio para el endeudamiento global. Solo, no hay que olvidar, que en un mundo con riesgos potenciales de crisis, estos espacios podrían rápidamente cerrarse; la necesidad de invertir los recursos fiscales con una mirada de retorno a largo plazo, se hace entonces, una exigencia inevitable.