Venezuela: Libertad de prensa y mariposas
Por: Lic. José Alejandro Chanduví Choquihuanca
Docente Escuela de Comunicación USAT.
Mientras se cumplen dos meses de protestas y represión en Venezuela por parte del gobierno contra los opositores al actual régimen de Nicolás Maduro, este todavía anda pensando que las mariposas encarnan al comandante Hugo Chávez o que es mejor tocar el piano, mientras, afuera en la calle, las bombas lacrimógenas y los perdigones ya han matado a más de 60 venezolanos, herido a un millar personas y tres mil ciudadanos detenidos. El antimadurismo reclama no solo por la libre expresión (incluyendo la de prensa), sino y, sobre todo, que el presidente convoque pronto a elecciones y deje el poder para que ese país salga de la encrucijada en que se encuentra. Ya no lo quieren.
Hablar de libertad de prensa en Venezuela va unido a la diversidad de libertades que están siendo socavadas por el actual gobierno. Libertad de expresión personal, libertad de pensamiento, libertad de difusión a través de los diversos medios de comunicación social y redes sociales, libertad de circulación, libertad de libre acceso a los diversos bienes y servicios en la sociedad, libertad para soñar por una patria mejor, en donde todos puedan vivir dignamente. Esa es una verdadera democracia.
Sin embargo, en Venezuela sucede todo lo contrario, por lo menos para los que no están a favor del gobierno de Nicolás Maduro. Quienes lo apoyan, incluso, los medios de prensa, como Cadena Sur, son capaces hasta de maquillar la realidad y presentar al aire programas que no hablan nada de la actual situación del país, sus necesidades y adversidades. Hace poco vimos, como un reportero de Cadena Sur decía que todo estaba tranquilo en la calle, que la gente trabajaba normalmente y mostraba imágenes de una zona de la periferia, donde evidentemente no había disturbios. Sin embargo, muy cerca policías y manifestantes se lanzaban entre sí balas, perdigones, piedras y todo lo que había a la mano, en medio de una nube de humo del gas lacrimógeno, los gritos y la sangre entre los cuerpos y el suelo. O simplemente, los programas de ese canal solo sirven para ensalzar la figura de Maduro o recordar lo bueno y bonito del expresidente Hugo Chávez.
El que haya cerrado canales de televisión, cadenas de radio y medios de prensa impreso o los tenga contra la soga y la pared, con diversas medidas administrativas, burocráticas o judiciales ha hecho que en Venezuela la población opositora al actual régimen no tenga medios para expresarse contra Nicolás Maduro, por lo menos medios con cierta libertad de pensamiento, distinto al del régimen para difundir sus propuestas y reclamos.
Cuando un gobernante se obnubila en el poder hace todo por mantenerse. Le pasó a Chávez, le pasa a Maduro. No deja que los demás lo contradigan y hace todo lo posible por reprimir el consejo o el reclamo. Venezuela está viviendo eso hoy. Hay una larga lista de opositores que van desde excandidatos presidenciales, alcaldes, congresistas, funcionarios públicos, empresarios y dueños de diversos medios de prensa que han terminado encerrados en prisión, por diversos motivos esgrimidos por el gobierno venezolano.
Ejemplos de gobernantes autoritarios, ciegos, tercos, paranoicos, mesiánicos y eternizados en el poder hay infinidad, desde Nerón, Calígula, Stalin, Mao Tse Tung, Hitler, Moamar Gaddafi, Sadan Hussein, Idi Amín Dada, Franco, Pinochet y hasta Fujimori, quienes llevaron a la muerte a miles y/o millones de personas solo porque creían en un sistema político de gobierno que los favorecía, pero que a la vez convencía a muchos de sus seguidores de que lo que hacían era lo correcto, mientras los que sufrían protestaban o morían al final.
Pasa lo mismo en Venezuela. Hay mucha gente convencida de que la Revolución Bolivariana aún es sinónimo de bueno gobierno y felicidad y hacen todo lo posible para apoyar y mantener ese régimen, incluso los medios de prensa adeptos o a cargo del gobierno y, con la fuerza militar, policial, paramilitar y parapolicial en el poder. Gobernantes como Maduro siguen un corto proceso. Primero, niegan lo evidente; segundo, lo disfrazan, y tercero, reprimen. Un circuito que termina con la caída de todo régimen.
Pero, la gran mayoría del país no está de acuerdo, ya no quiere sufrir más. Y cuando en una nación la gente siente la máxima opresión y no hay libertad de prensa para expresarse, no le queda más que protestar en las calles y recurrir a la violencia. No es la mejor solución, porque ello trae sufrimiento y muerte, pero así terminan todas las dictaduras. Lo dice la historia.
¿Qué hacer? Devolverle a Venezuela la tranquilidad no será un camino fácil. Lo óptimo es que opositores y el gobierno de Maduro se sienten a dialogar y encuentren soluciones rápidas. Ceder por el bien del pueblo que cada día emigra. Entablar diálogos de paz y buen gobierno solo cabe, si Maduro acepta que su camino es corto, en paz o en violencia, y que debe dar paso a una democracia representativa, constructiva y de reconstrucción nacional.
Uno de los primeros paso es devolverle al país esa libertad de expresión y de prensa que un día fue el pilar para construir una democracia fuerte y pluralista. Luego, hay que establecer una serie de acciones que le devuelvan al país la paz y el desarrollo. Pero, mientras Maduro tenga mariposas en el estómago o en la cabeza, seguirá pensando que es el único que puede salvar a su país. Signo de un gobernante vesánico.