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“Viejo, mi querido viejo”

Crecer con papá significa haber escuchado muchas veces algunas frases divertidas como “sacó la cara del papito”, “tienes el carácter de tu padre” o “son igualitos”, expresiones que hoy nos ayudan a recordar una fecha muy especial en su honor.

Estamos hablando del día del padre, una fecha donde la canción “Viejo, mi querido viejo” se hace aun más presente en nuestra mente para conmemorar a los papitos que están, los que ya partieron, o los que hoy se encuentran lejos de nosotros.

Cada tercer domingo de junio recordamos los lindos momentos que pasamos junto a él, como nuestros primeros pasos, cuando nos enseñó a montar en bici, a jugar fútbol en el parque, o cuando se animó a hacernos unas trencitas en nuestro primer día de escuela.

Pero papá también supo como ser sinónimo de fortaleza en los momentos tristes y en los duros golpes que da la vida, como por ejemplo, cuando sacamos una mala nota. Es allí donde la canción de Piero confirma lo que ya sabíamos: “Es un buen tipo mi viejo”.

Con esto nos damos cuenta que convertirse en papá va mucho más allá de exhibir un título como tal, pues implica demostrar este importante papel mediante acciones que permitan encaminar correctamente a los más pequeños del hogar.

Es así como el Papa Francisco resalta que un buen padre debe ser un modelo  y un ejemplo para sus hijos. Que, además, debe aprender a perdonar desde lo más profundo de su corazón, pero al mismo, corregir con firmeza y enseñar a obrar con rectitud.

Las virtudes de un buen padre permiten criar con amor, cariño y comprensión a los hijos. Precisamente, estas actitudes son las que ayudan a los seres humanos a trascender en el hogar, pero también fuera de él.

Por ello, hoy en día, vemos padres más ejemplares que nunca. Padres que asumen su función de maestros y educan a sus estudiantes a pesar de no manejar la tecnología, así como otros padres que teletrabajan para sacar adelante a su familia.

También hemos visto papás que forman parte de los frentes de batalla para luchar contra una enfermedad que no veníamos venir. Papás policías, enfermeros, médicos, bomberos, periodistas, entre otros, cuya labor es digna de admiración y respeto.

Tampoco hay que olvidar a los papis que trabajan en actitividades esenciales, que ponen mucho punche y coraje para llevar un pan a su casa. Y también recordemos a aquellos papás que por razones del destino viven lejos o no ven a sus hijos hace mucho tiempo.

Este esfuerzo de muchos papás peruanos nos lleva a pensar en que, así como heredamos el color de sus ojos o la forma de sus cejas, también llevamos su espíritu de lucha ante las adversidades. En nosotros corre ese “Yo soy tu sangre mi viejo” que nos llena de orgullo.

Ese gran trabajo realizado por los padres en sus diferentes facetas debe ser apreciado por cada uno de nosotros. El amor y el cariño debe ser recíproco. La atención y el cuidado a nuestros papis es una tarea que cumpliremos todos los días.

Que este tercer domingo de junio experimentos la magia de pasar un día más con papi, los que tenemos la suerte de tenerlo al lado, y quienes no, sintamos el amor de papá, su calidez y cariño con un abrazo a la distancia o un saludo al cielo.

Gracias por todo viejo, mi querido viejo.

¡Feliz día papá!

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