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Violencia Familiar desde otro Punto de Vista
Entrevista a Alejandra Velázquez
No hay día en que los medios de comunicación nacionales no dejen de presentar casos de violencia familiar en sus titulares. Casos que, en su mayoría, terminan en tragedia y solo sirven para alimentar datos estadísticos y dar pie a un sinnúmero de reportajes, que lejos de aportar alguna solución, solo ahondan en la herida de las familias afectadas.
Solo en la región Lambayeque, en la primera mitad del año, se han reportado más de 500 denuncias que, según el MINDES, suponen un aumento del 10% en relación al 2012. Por ello, no es de extrañar que ocupemos el segundo lugar a nivel nacional en cuanto a los índices más altos de violencia familiar y, específicamente, contra la mujer.
Si bien es cierto, no somos el único país con este tipo de problemas, estamos llegando a un punto en que, lejos de preocuparnos con cada nueva denuncia, tomamos con indiferencia o hasta naturalidad este mal social. ¿Acaso no es suficiente la inversión que se hace para la prevención de estos casos? ¿Los procedimientos de intervención no son los adecuados? Es momento de hacernos verdaderas interrogantes y empezar a observar la situación desde una perspectiva diferente. Tal vez aprender de la experiencia de otras sociedades golpeadas por la violencia pueda ser de gran ayuda.
A propósito de la visita de renombrados juristas internacionales a la ciudad de Chiclayo, con motivo del Seminario Internacional de Administración de Justicia y Política Judicial, organizado por la USAT, conversamos con la Dra. Alejandra Velázquez, jueza argentina y especialista en fuero familiar.
Según algunos de los datos que le hemos referido, ¿qué tan similar es la situación en Argentina?
La situación que Ud. ha descrito, lamentablemente, también ocurre en la Argentina. Si bien se llevan a cabo numerosos cursos, conferencias y congresos sobre el tema y, además existen infinidad de fundaciones y programas estatales dirigidos a la prevención de la violencia doméstica, los casos siguen aumentando y muchas mujeres siguen perdiendo la vida debido a este flagelo.
¿Qué cambios importantes se han dado en la administración judicial argentina para enfrentar este problema?
Existen oficinas específicas para las víctimas de violencia a fin de que cuenten con una atención especializada. Además existe una gran oferta de cursos para magistrados en temas de violencia doméstica, que apuntan a la capacitación y toma de conciencia de los jueces.
Concretamente en la Provincia de Buenos Aires –que es la jurisdicción donde ejerzo la magistratura- cada Juzgado de familia tiene asignado un equipo técnico formado por dos psicólogos, dos trabajadoras sociales y una psiquiatra. Ello, sin duda, facilita el inmediato diagnóstico de la situación de violencia y la urgente adopción de la medida judicial a fin de que cesen los actos de violencia contra la víctima. Además, la persona que viene a esta dependencia a realizar la denuncia es atendida por profesionales especializados que la contienen y ayudan a sostener –desde lo psicológico- la radicación judicial de la denuncia.
Claro está que los hechos de violencia ya han sucedido. Sólo podemos prevenir la ocurrencia de hechos de mayor violencia o gravedad.
¿De qué manera intervienen al recibir una denuncia? ¿Qué profesionales están involucrados en el proceso?
El procedimiento varía según los hechos de violencia, la gravedad de los mismos y si la denuncia ocurre durante los días y horas en que funciona el juzgado (de lunes a viernes de 8.00 a 14 hs) o fuera de él.
La Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires ha dispuesto que los jueces de familia deben estar “de turno” –generalmente rotativo cuando existen otros jueces de la misma especialidad en la jurisdicción-para atender las urgencias que se presenten fuera del horario tribunalicio. Para ello, nos suministran un teléfono celular cuyo número figura en Internet en la página de la Corte. En estos casos generalmente la policía se comunica con el juez de turno a fin de referirle la situación que se le presenta y éste, de considerarlo conveniente, ordena la adopción de algunas de las medidas establecidas por la ley de violencia familiar, sin perjuicio de que la persona denunciante deberá presentarse el primer día hábil a fin de mantener entrevistas con el equipo técnico del juzgado.
Dentro del horario de funcionamiento del juzgado las denuncias nos llegan mediante la remisión que hace la policía de la denuncia que ha realizado una persona, en cuyo caso se la cita al juzgado; o bien viene la persona directamente a efectuar la denuncia a la dependencia judicial. En todos los casos, cuando el denunciante se encuentra en el juzgado es atendido por una trabajadora social quien realiza un diagnóstico previo; luego la persona es entrevistada por un psicólogo y, luego, por un funcionario judicial. Y si se verifican los presupuestos de violencia doméstica, se ordena alguna de las medidas para producir el cese de la misma, la que se entrega a la víctima para que la lleve en mano a la comisaría de su zona.
Siempre se relaciona la violencia con la agresión física pero sabemos que no es su única faceta. ¿Qué tan informados están los argentinos sobre sus derechos y qué tanto conocen de los tipos de violencia que pueden estar sufriendo? ¿Existen denuncias por violencia psicológica por ejemplo?
La verdad es que no sabría decir si en mi país se tiene clara conciencia de la violencia psicológica y de los estragos que ésta causa, ni tampoco si están suficientemente difundidos los diferentes tipos de violencia. Lo que sí puedo decirle es que las personas cada vez denuncian más, o por decirlo de otro modo, va creciendo la cantidad de personas que “se animan” a realizar denuncias de violencia.
En el juzgado a mi cargo si existen denuncias de violencia psicológica, económica, sexual. Claro está que cuando la persona relata los hechos nuestro equipo de trabajo decodifica y verifica la existencia de los diferentes tipos de violencia. Y es que generalmente se da la confluencia de varios tipos de violencia, por ejemplo, la violencia psicológica frecuentemente viene acompañada de violencia económica o sexual.
Las estadísticas son claras y reconocen a la mujer como principal víctima de la violencia familiar. Ello sin contar a los menores de edad, cuyo sufrimiento deja secuelas de mayor preocupación. Sin embargo, muchos afirman que los casos de agresión en contra de varones serían igual de numerosos, aunque no sean denunciados. ¿Cuál es su opinión al respecto?
En los temas de violencia doméstica es clave la creencia de una sociedad respecto al trato que se debe tener entre los distintos individuos que adoptan diversos roles dentro del ámbito familiar. Esta creencia acerca de los roles familiares conforma la cultura de una sociedad. El machismo resulta ser una creencia social que implica una supremacía, superioridad del hombre de la casa o esposo respecto de la mujer de la casa o esposa. Plantea una asimetría en las relaciones de pareja, una sumisión –en algún aspecto o en todos- de la mujer respecto del hombre, que necesariamente conlleva a la violencia.
La sociedad argentina continúa siendo muy machista, a tal punto que todavía muchos hombres avalan y, hasta a veces protegen, los hechos de violencia provenientes de otros hombres. Por ello, considero que las víctimas de violencia familiar son abrumadoramente mujeres. Por supuesto, siempre hay excepciones a esta regla. Pero la cultura matriarcal no se encuentra arraigada con la intensidad que lo está el machismo en la sociedad argentina.
En su experiencia en el trato directo con mujeres violentadas, ¿cómo describiría el perfil de estas personas? ¿Cuáles son sus temores al realizar una denuncia?
Cuando se entrevistan conmigo generalmente se presentan muy temerosas, con dificultades para razonar y analizar con claridad lo que se les propone. Siempre tengo la sensación de que internamente saben que están haciendo lo correcto pero el miedo las bloquea.
Los temores que las mujeres víctimas de violencia generalmente tienen es a volver a ser agredidas, a que puedan perder la vida, a que lastimen a sus hijos y/u otros familiares suyos, a no tener dinero para subsistir –esto es que no se les pase alimentos-, a que el victimario les pueda quitar a sus hijos.
¿Cómo asegurarles a las víctimas de violencia familiar que su caso será bien atendido?
Uno de los objetivos que el equipo del juzgado tiene es trabajar la confianza de la persona que viene a denunciar. Contenerla y hacerla sentir que la respaldamos en su decisión de denunciar es fundamental, sobretodo para que cuando se vaya del juzgado no la venza el miedo y luego concurra a desistir de la denuncia.
Como mujer, madre y profesional, ¿qué significa para usted la dignidad de un varón y de una mujer?
Para mí la dignidad tiene que ver con el respeto y con la tolerancia. Se respeta la dignidad de los seres humanos cuando uno “entiende”, tolera, que el otro opine, piense, sienta distinto que nosotros, que haga las cosas de un modo distinto a como lo haríamos nosotros. Que el otro individuo no es una extensión de nosotros, que no debe estar sometido a la voluntad de otra persona. La intolerancia lleva a la pretensión de anular al otro como persona al no tener en cuenta su individualidad, a no considerarla como un ser humano que tiene los mismos derechos que el otro –intolerante-, a menoscabar su dignidad al no aceptar las diferencias del otro y, lamentablemente, todo esto desencadena la violencia, tanto en general y, obviamente, la violencia doméstica, de género, o como les guste designarla.